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Política

Año telúrico

“Nuestra geología no tiene origen divino. Es producto de su joven y prodigiosa fuerza tectónica”.

Roberto Ochoa
Roberto Ochoa

Nuestra geología como atractivo turístico es un viejo sueño que se hizo realidad el 2019 con la incorporación del Valle del Colca y los volcanes de Andagua (en Arequipa) a la red mundial de Geoparques de la Unesco.

Si en el Perú sus montañas son antiguas deidades vivas (pienso en el nevado Pariacaca, por ejemplo) calculemos la magnitud de los volcanes del sur andino, que de vez en cuando dan muestras de vida con erupciones y fumarolas. Ni qué decir cuando erupcionan.

Y esto es precisamente lo que sucedió hace 420 años cuando el Huaynaputina (en Moquegua) despertó y sus poderosas detonaciones se escucharon en Lima, cubriendo de cenizas la ciudad de Arequipa, enterrando poblados de origen prehispánico y modificando el paisaje local. Tanto así que hoy en día los funcionarios de Ingemmet han organizado rutas que prometen convertirse en un nuevo atractivo telúrico y turístico. Incluso, las autoridades locales ya están gestionando la incorporación de la zona a la red mundial de geoparques, siguiendo el ejemplo de sus vecinos en Colca.

Pero la belleza de nuestra geología no tiene origen divino. Es producto de su joven y prodigiosa fuerza tectónica que de vez en cuando provoca terremotos.

Por eso debemos estar alertas, y una buena noticia en el año qué pasó fue la permanente advertencia del SEP (Soluciones Empresariales contra la Pobreza) que fue galardonada por INDECI por su insistencia en alertar un inminente “grado 9” –con tsunami de yapa– que se puede repetir en el Perú.

Somos un país telúrico y debemos estar alertas.

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