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Política

Punto de quiebre

El año político 2019.

Editorial
Editorial

El año que culmina hoy pasará a la historia por buenas razones. La disolución del Congreso dispuesta por el presidente Martín Vizcarra fue un punto de quiebre en la confrontación extrema que mantuvo el Congreso con el Gobierno desde julio del año 2016.

En un régimen democrático, la confrontación es un mecanismo convencional, incluso en un Gobierno dividido, resultado de las elecciones aceptadas, es decir, con un partido que domina el Ejecutivo y otro el Legislativo, para lo cual la Constitución prevé procedimientos de equilibrio. En el caso peruano 2016-2019, la obstrucción provino de un grupo político que no aceptó el resultado electoral y resolvió obstruir por venganza. Esa obstrucción se reforzó cuando se agravaron los apuros judiciales de la lideresa de la oposición, extendiendo la protección a los aliados políticos de ese grupo, Fuerza Popular, y los jueces y fiscales a su servicio.

La resistencia del fujimorismo y sus aliados a la reforma política y judicial pudo tener la apariencia de un debate democrático. En la realidad, fue la resistencia a la lucha contra la corrupción y a la reforma del sistema político y de justicia porque se les iba la vida, es decir, la libertad y sus privilegios.

La lista de tropelías del Congreso disuelto pasará a la historia por su gravedad; cubren desde el manejo interno del Legislativo, donde han cometido delitos identificados por la Contraloría, extremo sectarismo, delitos cometidos por un numeroso grupo de legisladores, protección a los investigados de dentro y fuera del Congreso, y la entrega de la soberanía del Parlamento a intereses empresariales. Solo imaginar que este grupo se podría haber impuesto provoca una alerta respecto de lo cerca que estuvimos del precipicio.

Los sociólogos y politólogos adheridos a los grupos que dirigieron el Congreso disuelto se empeñan en señalar que los malos del año 2019 no son los políticos corruptos y los jueces y fiscales que formaron parte de los ‘Cuellos Blancos del Puerto’, sino quienes los combatieron, y que entre esos malos habría que contar a los que elaboraron las propuestas de reforma, y no a los que se opusieron al cambio.

Suele suceder este traslape en las evaluaciones, aunque felizmente los ciudadanos piensan en un tono totalmente distinto. Saben que, a pesar de sus imperfecciones, en el año que culmina se ha abierto una ventana de oportunidades para el Perú y que en ello ha jugado un papel destacado el presidente Vizcarra, los jueces y fiscales honestos y los partidos democráticos que pugnaron por poner fin a la obstrucción.