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Política

Paradojas y prejuicios

“Al Gobierno se le exige tomar medidas que respondan a la peor de las injusticias: las carencias atroces de tantos peruanos”

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“Es preferible ser un hombre de paradojas que de prejuicios”.

Rousseau

El fin de año nos encuentra enzarzados en laberintos judiciales. Muchas personas -no solo las interesadas en tapar la corrupción- están cuestionando excesos como los de la prisión preventiva, en la medida que no se inician los juicios ni, por ende, se emiten sentencias. Sin duda ese reclamo es válido o, para ser más precisos, justo. No obstante, para ser equitativos es oportuno preguntarse si antes estábamos mejor.

En las hermosas bienaventuranzas, Mateo (5:6) escribe: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia”. Es cierto, como dice mi gran amigo y maestro Max Hernández, en una entrevista en El Comercio, que existe el riesgo de que la sed de justicia se transforme en venganza y fantasías de pureza. Esto es algo a lo que debemos permanecer atentos. Tantos años de injusticia y corrupción -que están lejos de haber concluido, lo cual acaso nunca ocurra- pueden dar lugar a un clima de linchamientos, de ruido y furia.

Dicho lo cual, mi opinión es que estamos mejor que antes, pese a todas las limitaciones señaladas. Desde el juicio a Fujimori algo cambió para siempre en el Perú. Los poderosos quedaron notificados. No es que la impunidad haya caducado, pero ya no es una garantía, tal como lo saben los congresistas cesados que hoy intentan a toda prisa ocultar sus delitos.

Nos toca entonces afinar nuestro precario sistema de justicia, en el que la violencia contra las mujeres, por citar una de las mayores urgencias actuales, es tratada con la indolencia que hemos visto en una comisaría de El Agustino. Sabemos que esto tomará tiempo y que deberemos ser capaces de tolerar un periodo prolongado de inestabilidad. Ardiente paciencia es el título, tomado de Neruda, de una novela de Antonio Skármeta. Nos toca también ser capaces de vivir una época de paradojas y, como nos instaba Rousseau, impedir que nos gobiernen los prejuicios.

Respetar la presunción de inocencia es difícil cuando tantos años de injusticia y desigualdad han caldeado los ánimos. Pero es indispensable. Así como lo es la primera parte de la citada bienaventuranza: el hambre. Al Gobierno de Vizcarra se le exige tomar medidas, presentar propuestas, que respondan a la peor injusticia de todas: las carencias atroces de tantos peruanos. Ojalá el 2020 responda a este clamor.

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