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El camarada Vizcarra

“A Vizcarra se le puede –y debe– reprochar muchas cosas, pero entre él y el comunismo media un abismo ideológico y político insondable”.

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En una reciente aparición televisiva, la candidata de Solidaridad Nacional Rosa María Bartra afirmó que el presidente Vizcarra era un comunista, con la misma certeza con la que Yeni Vilcatoma nos reveló que Condorito era chileno. La respuesta de su contendor, Enrique Fernández Chacón, del Frente Amplio, fue una sonora carcajada. Esa monserga ridícula, así como la alharaca de que estamos en poder de una dictadura castro-chavista, se repite una y otra vez en los medios masivos.

Es necesario entender si se trata de reiteradas demostraciones de ignorancia histórica o de una cínica estrategia de mentiras. A Vizcarra se le puede -y debe- reprochar muchas cosas, pero entre él y el comunismo media un abismo ideológico y político insondable. Mucho más cercano estuvo, en todo caso, el Gobierno de Alberto Fujimori, quien copó las instituciones y los medios de comunicación, como toda dictadura digna de ese nombre. Huelga decir que Fujimori no tenía, fuera de esos detalles técnicos, ni un ápice de comunista.

¿Por qué, entonces, Bartra y compañía repiten semejante disparate? Más allá de que lo piensen o no –me declaro incapaz de interpretar las motivaciones de la candidata Bartra–, lo cierto es que resulta funcional la narrativa de un dictador de izquierda para preparar su vacancia en el próximo congreso. Nos hemos habituado tanto a escuchar mentiras proferidas sin pestañear, que ya ni nos inmutamos. Es un error.

Saturar el espacio público con falsedades es una vieja táctica que Montesinos llevó al paroxismo. Intoxicar las mentes de la ciudadanía, hasta niveles de idiotez como los mencionados en el primer párrafo, va en esa misma línea. Por eso es indiferente el partido político o la confesión religiosa. De lo que se trata es de mantener a una mayoría en estado letárgico o por lo menos indiferente. Nuestro hartazgo, siempre y cuando permanezca en el terreno de la pasividad, es lo que requieren para que prevalezca el reino de la corrupción y la incapacidad de pensar. La vieja manipulación a través de las mentiras más absurdas –recuerden las portadas de los diarios chicha– no ha perdido vigencia. Vizcarra es comunista como Andrade era gay (sí, para ellos eso era un insulto).

Dicho lo cual, es preciso salirles al frente pues el peligro de que los subestimemos por ignorantes y falsarios es real y letal para la democracia.

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