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Política

Izquierda por debajo de la valla

“Ellos, que son los campeones del sobrediagnóstico de la realidad social peruana, simplemente no la entienden”.

TAFUR
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Es inmenso el perjuicio que le han ocasionado a las izquierdas peruanas los groseros errores de sus líderes. Si hace un par de meses se podía apostar que no iba a repetir la performance del 2016 y que de ninguna manera volvería a tener 20 congresistas, hoy se podría doblar la apuesta y lanzar la hipótesis de que, al paso que va, es posible que no pase la valla electoral.

La última encuesta de Datum indica que la intención de voto del Frente Amplio cae de 4 a 3% entre noviembre y diciembre. Juntos por el Perú apenas sube de un misérrimo 1% a un igualmente escuálido 2%. Y si nos fijamos en votaciones regionales, en aquellas circunscripciones donde supuestamente es fuerte la izquierda, no mejora la cosa: en el centro el Frente Amplio cae de 12 a 6% y Juntos por el Perú apenas sube de 1 a 5%, y en el sur, supuesto bastión de Verónika Mendoza, Juntos por el Perú ni siquiera aparece y el Frente Amplio da un saltito de 4 a 6%.

Es muy pronto, sin duda, para efectuar algún pronóstico certero, pero las tendencias deberían preocuparle. La izquierda no está en buen pie. Y eso que entre noviembre y diciembre el voto indeciso, blanco y nulo, ha descendido significativamente. En noviembre era un 47% de la población que no se manifestaba y en diciembre cae a 39%, pero ese bolsón que empieza a definir su voto no se inclina mayoritariamente por la izquierda. No la beneficia ningún voto escondido.

La izquierda no tiene excusa alguna que argüir. No sufre ningún cargamontón político o mediático equiparable al que, por ejemplo, golpea al fujimorismo. En términos objetivos, la izquierda goza de indiferencia e inclusive de una exposición mediática mayor a la que su peso específico ameritaría (a pesar de ello, sus simpatizantes se cortan las venas cada vez que alguien la critica, cuando más bien deberían agradecer la atención).

Nuestra izquierda, además, debería gozar de un cierto impulso gracias a la ventisca regional antiliberal que se aprecia en muchos países de la región. Más allá de que las razones de la protesta social no hayan sido en muchos casos contra el modelo, es indudable que el ánimo levantisco se emparenta mucho más con la izquierda que con la derecha. Ese ventarrón, sin embargo, no ha encontrado molino izquierdista al que haya beneficiado en el Perú.

Tampoco ha incidido en favor de la izquierda la crisis de Fuerza Popular. Muchos atribuían a la maquinaria clientelista del fujimorismo la crisis histórica del izquierdismo nativo, pero ahora se demuestra que nada de eso es cierto. No hay trasvase del fujimorismo hacia la izquierda. Los votos naranjas se han ido a otra parte.

Es increíble ver a los políticos e intelectuales de izquierda desbarrar de manera tan grosera respecto de la nueva sociología popular peruana. Ellos, que son los campeones del sobrediagnóstico de la realidad social peruana, simplemente no la entienden y, más grave aún, lo hacen sumidos en la fatal arrogancia de creer que en automático el pueblo los debe acompañar.

La izquierda ha colapsado por sus propios errores. Muchos de sus allegados se irritaron histéricamente cuando diversos analistas y periodistas criticaron las torpezas políticas cometidas por Verónika Mendoza, por sus equívocas asociaciones y por distanciarse de cuadros valiosos como Marisa Glave, Indira Huilca, Tania Pariona, entre otros. Los hechos terminan por comprobar lo que se advertía.

-La del estribo: me gustó Historia de un matrimonio. Me parece, a veces, irrelevante cuán políticamente correcto sea un guion, si las actuaciones o la fotografía son soberbias. Y ese es el caso de esta película de Noah Baumbach.

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