El arte de encubrir con gran faenón
El Apra desde los petroaudios hasta los narcoindultos.
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Sería un milagro que, en las actuales circunstancias, el Apra supere el 5% del voto nacional válido o gane siete escaños en más de una circunscripción, para mantener una representación congresal, pues su imagen vinculada con la corrupción no para de crecer.
El final de la vida del expresidente Alan García, con un suicidio lamentable cuando iba a ser detenido por la policía por acusaciones de corrupción, agravó la imagen del Partido Aprista y, aunque dicen que en el Perú la muerte mejora el recuerdo del fallecido, eso no ha ocurrido. Al contrario.
En parte, porque aparecieron testimonios de apristas ante la fiscalía que refuerzan la acusación por corrupción a Alan García. Y, también, por ampayes a miembros de la célula parlamentaria aprista del congreso que se disolvió el 30 de setiembre.
Los más recientes son sobre el excongresista Jorge del Castillo, a quien el fin de semana le cayó la quincha por dos destapes graves y sólidos sobre el encubrimiento para evitar que él sea investigado por el pago irregular a una trabajadora de su despacho parlamentario, y por su participación para cambiar la versión de un exnarcotraficante en el caso de los ‘narcoindultos’.
También está fresco el caso de la excongresista Luciana León por su presunta vinculación con las mafias distritales de La Victoria, con una situación judicial que está cada vez peor; mientras el excongresista y recién elegido secretario general del PAP, Elías Rodríguez, es acusado de manejos oscuros hasta por los propios apristas; Javier Velásquez también tiene acusaciones en Chiclayo; y de Mauricio Mulder aún se recuerda el escándalo de su vinculación con un trabajador fantasma en el fondo editorial del congreso.
Por supuesto que todos estos casos deben ser investigados y procesados, pero lo que queda en la retina es, por un lado, que la transparencia y corrección no es la norma de la dirigencia aprista que llega al poder; y, por el otro, que, si en algo sí son extremadamente talentosos, es en el faenón del encubrimiento, en el arte de ocultar pruebas que los perjudiquen, con la colaboración de muchos apristas que quedan en el sector público, desde los petroaudios hasta los narcoindultos.
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