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Política

Pacto de sangre mercantilista

“El liberalismo es disidente del statu quo, no puede ser la cubierta ideológica para justificar los peores enjuagues mercantilistas”.

TAFUR
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El financiamiento clandestino que muchos grupos empresariales le brindaron a Keiko Fujimori no fue otra cosa que la puesta en evidencia de la renovación de un pacto de sangre entre nuestra oligarquía y Fuerza Popular, un partido político que en lugar de evolucionar del populismo heredado de los 90 y derivar en vertientes liberales se ha institucionalizado como el partido mercantilista, autoritario y conservador que tanto parece gustarle a un sector de nuestras élites.

No fuimos testigos de un recurso desesperado frente a una amenaza chavista, como se ha señalado. En la primera vuelta del 2011, hasta dos semanas antes de la elección, Humala figuraba en un lejano cuarto lugar. Y en la segunda vuelta ya había dejado de lado la Gran Transformación por la Hoja de Ruta y se había acomedido a posturas de centro. No era pues el cuco monstruoso que pudiese justificar un salvataje hiperventilado a su adversaria de turno.

Muchos empresarios se engolosinan con la fantasía de poder comprar los resultados electorales y designar con sus dólares al presidente de la República. Esa era la idea. Para ello invirtieron dinero. Y, por cierto, menuda sorpresa se deben haber dado después, cuando ganó el temido Humala y presto se subió al carro de la derecha empresarial sin que le hiciese asco alguno que esta nunca dejase de tratarlo como a su humilde chofer.

Lo obsceno de esa interacción perversa entre el gran capitalismo y la democracia es que no se da solo cada cinco años, en medio del fragor y los eventuales temores del gran capital, sino que constituye la moneda corriente mediante la cual se procesan las grandes decisiones en el país.

¿O acaso es creíble pensar que se puede destinar decenas de millones de dólares para torcer una elección y no se hace lo mismo en la elección de congresistas? ¿O en armar lobbies con los susodichos parlamentarios cuando se trata de promover leyes o evitar algunas? ¿Y cabe duda de que grandes bolsas también se arman para amparar resoluciones ministeriales o municipales? Y así se construye no un Estado fuerte y liberal, capaz de dedicarse a promover la competencia libre sin distingos, sino uno solícito frente a la presión y el poder del dinero.

Una propuesta auténticamente liberal debe estar ceñida de modo imperativo a los intereses populares, no a los empresariales. El liberalismo es disidente del statu quo, no puede ser la cubierta ideológica para justificar los peores enjuagues mercantilistas.

Así, que ciertos sectores progresistas sigan insistiendo en que los últimos años el Perú ha sido gobernado por el liberalismo revela consciente mala intención o una ignorancia supina de las profundas diferencias entre una economía de mercado y el capitalismo corporativo que nos ha regido en ese lapso.

Un gran enemigo de las libertades sigue siendo la izquierda, sin duda (lamentablemente, no ha entendido que puede abrazar los principios del libre mercado sin tener que cortarse las venas). Pero el más grande y peligroso adversario para el gran proyecto nacional de construir una república liberal es el mercantilismo promovido por los grandes empresarios. Sería bueno que los pretendidos liberales peruanos lean a Adam Smith.

-La del estribo: qué estupenda noticia los dos premios para Retablo en el Golden Rooster Awards y su nominación al Independent Spirit Awards 2020. Gran película de Álvaro Delgado Aparicio en las ligas mayores del cine mundial. Me temo, sin embargo, que en Independent la ganadora será Parasite, monumento cinematográfico del surcoreano Bong Joon-ho, que por cierto ya se encuentra donde su proveedor favorito.

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