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Política

El Perú: ¿en “otra”?

“En el fondo, sin embargo, en un Estado inoperante, relegado y con un ‘rol subsidiario’ muy mal entendido, está la ‘chispa que encenderá la pradera’”.

Diego García Sayán
Diego García Sayán

La protesta es hoy la noticia en diferentes partes del mundo. Desde Hong Kong pasando por Pakistán, Argelia, Cataluña, Francia o Irak. Y en nuestra región, lo que nos llega más directo ocurre en Bolivia, Chile o Ecuador. En una suerte de “revival” de 1968 por la simultaneidad del movimiento estudiantil contestatario de ese entonces, pero ahora con agendas y propósitos específicos diferentes.

¿Y el Perú? Que no se ilusione nadie soñando que es una suerte de Finlandia rodeada de “protestones”. El catálogo de demandas sociales insatisfechas es gigantesco y el de frustraciones ídem. En todo esto la economía informal, en la que se encuentra más del 70% de la población, es un amortiguador en varios planos.

De un lado, porque tiene su propia dinámica de funcionamiento que hace que, por ejemplo, se pueda estar desempeñando sin mayores alteraciones en una situación llena de incertidumbres políticas como la actual. Como lo saben bien quienes producen o venden insumos para la construcción, por ejemplo, mientras las grandes empresas del sector o el Estado pasan por un bache, el sector informal no parece haber sido impactado.

Por otro lado, se podría decir que la actitud de “emprendedores” que prevalece en la informalidad influye mucho en que se espere poco del Estado en lo que atañe a necesidades cotidianas importantes como la salud o la educación. Si se presentan necesidades en ámbitos como ese, parecería primar una suerte de “realismo” que empuja a resolver directamente los problemas sin esperar que el Estado lo haga.

Todo esto opera para amortiguar necesidades y frustraciones. En el fondo, sin embargo, en un Estado inoperante, relegado y con un “rol subsidiario” muy mal entendido, está la “chispa que encenderá la pradera”. Hay en esto un asunto que se puede dar a modo de ejemplo que tendría que ser urgentemente atendido y resuelto: la ineficiencia en el gasto público.

Existiendo recursos fiscales, estos no se usan o se usan mal. No se le puede echar siempre la culpa a la falta de recursos pues los que hay no se utilizan y este es un asunto que tiene que ser abordado. Que, por ejemplo, en el mes de noviembre el presupuesto del sector público se haya ejecutado en menos de un 45% es algo gravísimo y que es inaceptable. Denota colosal ineficiencia y, además, imprevisión, al dejar intocadas ciertas prácticas administrativas que llevan a ese resultado.

Para nadie es un secreto, por ejemplo, que se ha generado un clima de recelo en la administración pública que hace que los funcionarios tiendan a dilatar o buscar cualquier pretexto para no tener que involucrarse en firmar un formulario que tenga que ver con obras o adquisiciones. Al hacerlo ya se ven sentaditos en la fiscalía. Esto, que parecería paranoia para justificar la inacción, es lamentablemente parte de una realidad que tiene que ser urgentemente abordada.

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