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Política

La izquierda al 2020

“Entendemos que el Perú no es Lima y que las taras del país también están en una izquierda que tiene que purgarse desde adentro”.

SIGRID
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Era el 2006. Ollanta Humala postulaba con polo rojo y su plan de gobierno planteaba suspender la firma del TLC y fundar “la segunda república”. Con un discurso fuerte −aunque en un contexto distinto al de ahora− y sin inscripción propia, Humala perdió las presidenciales pero metió a 46 congresistas. Pese a toda expectativa, la bancada humalista terminó siendo un escándalo tras otro por sus denuncias.

Llega el 2011, Humala postula con la Gran Transformación pero en segunda vuelta se cambia de polo y, en lugar de presentar 85 hojas, presenta la hoja de ruta. Ya con inscripción propia −5 años después− , Gana Perú llega a la presidencia e impone una mayoría, aunque no absoluta, en el Congreso. La inscripción propia no necesariamente aseguró una mejor calidad entre los candidatos, y el gobierno de Humala terminó traicionando a la izquierda y defraudando al país.

Ahora, la más reciente decisión de la izquierda (porque no es una decisión “de Verónika Mendoza”), de hacer una alianza entre Nuevo Perú, Juntos por el Perú y Perú Libre para estas elecciones únicamente congresales y en donde todos corren contra el tiempo, tiene explicación (ojo, no digo justificación) dentro del cálculo político de sus dirigentes. Algo así como regresar al polo rojo, aliarse con sectores regionales que permitan reconectar con los distintos potenciales bolsones de la izquierda fuera de Lima. La pregunta es: ¿y tragarse el sapo de Cerrón?

Comparto muchas de las críticas desde Lima, en particular, lo nefasto de Vladimir Cerrón que, por más licencia que haya pedido, es un sentenciado de visión retrógrada. Sin embargo, comprendo que criticar la política en este país es más fácil que construirla y que cada espacio que se deja de disputar es desmotivador para una militancia que lo da todo, que deja de comer para guardar para el pasaje que les permita llegar a la siguiente reunión. Muchos vimos, desde nuestros privilegios, lo movilizador que resulta una campaña y entendemos que el Perú no es Lima y que las taras del país también están en una izquierda que tiene que purgarse desde adentro.

Para preservar el liderazgo de Mendoza, esta alianza (que no ha sido decisión unánime) deberá terminar siendo temporal y pragmática, retomando como prioridad el trabajo de bases y la búsqueda por una inscripción propia. Ojo, la izquierda también ha sufrido por nuestro pésimo marco legal-electoral que exigía millones para lograr inscribirse. Recordemos que los cambios en la Ley de Partidos recién se aprobaron en junio y que aún queda mucho por verse. Como decimos los peruanos: la esperanza es lo último que se pierde.

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