A desjoderse
“El país se jodió en alguna oportunidad, pero ahora está empezando a desjoderse. No suena como un adolorido lema nacional, sino como el inicio de una polémica política estándar”.
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Raúl Tola, en una entrevista a Mario Vargas Llosa, le acaba de preguntar si el Perú se está desjodiendo. El escritor la pescó de inmediato, y manifestó su acuerdo. “¿En qué momento se jodió el Perú?”, la frase de uno de sus personajes que desde 1969 parecía tallada en mármol ha empezado a ser relativizada, o por lo menos le ha salido un contrapunto.
Nunca se supo en qué momento nos habríamos jodido como país, pero eso no era lo central. Lo que más impactó fue siempre la vibración dramática de la frase. Una condición nacional de origen desconocido sugiere que no hay cómo resolverla. Al menos así la leyeron todos los que la utilizaron para transmitir un pesimismo radical frente a situaciones percibidas como sin salida.
El éxito de una frase así es que ella se recicla con cada nueva desgracia nacional, que cada país le llega. Probablemente por eso ha sobrevivido a todos los intentos de negarla con ejemplos alentadores. Pues la frase no está instalada en la parte reflexiva del imaginario, sino en la parte fatalista donde se alojan, por ejemplo, las tragedias de muchos valses criollos.
La idea de un país jodido es aplastante. El único par que recordamos es la de Pueblo enfermo, que el boliviano Alcides Arguedas usó como título de un libro de ensayos de 1909 sobre “los pueblos hispanoamericanos”. Diez años después compensó con el título de su novela Raza de bronce, pero el sombrío argumento médico-racista tardó mucho en dejar de circular.
¿La idea de un Perú en proceso de desjoderse podrá ir reduciendo el peso de la frase del personaje Santiago Zavala? Da la sensación de que el proceso de desjoderse puede resultar tan inmaterial como el de joderse. Por lo pronto tenemos un sentido vago de cuándo comienza, pero no tenemos la menor idea de cuándo culmina.
Podríamos llegar a un término medio: el país se jodió en alguna oportunidad, pero a partir de ahora está empezando a desjoderse. No suena como un adolorido lema nacional, sino como el inicio de una polémica política estándar. Sin embargo debemos darle la bienvenida al nuevo concepto y, en lo que podamos, no dejarnos joder más.
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