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Política

Prejuicios: comida chatarra del pensamiento

“La voluntad ciudadana necesita, contrariamente a lo que muchos sugieren, politizarse. Tomar las riendas de su destino. Lo cual implica cuestionarse y resistir”.

Jorge Bruce
Jorge Bruce

Los prejuicios no alimentan pero sí generan adicción. Decir, por ejemplo, que los estudiantes sanmarquinos que protestan contra la mutilación de su espacio son terrucos, evita el trabajo de analizar el problema en su complejidad. Sí, la flojera mental es un aliado poderoso del pensamiento fast food. Analizar implica, entre otras operaciones cognitivas, no ceder a las amalgamas. Estilo: los venezolanos son delincuentes. O bien: los políticos son corruptos. Esta última duele más porque es muy tentadora. Sin embargo, es una falacia.

Hay mucha corrupción en la política, y estos días lo vemos a diario en las noticias. Pero ni lo son todos ni la política es corrupta per se. Decir que la política es mala o corrupta es lo que se denomina en lógica un entimema erróneo. Sin embargo, somos particularmente proclives a estas falacias cuando transcurren tiempos oscuros como los actuales.

Una camarilla de políticos aliados con personajes afines del Tribunal Constitucional y el periodismo, intenta apoderarse de nuevo de las instituciones que nos organizan como sociedad. Ya lo vimos durante el Gobierno de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. El clamor mayoritario es “¡Que se vayan todos!”. El problema es que esa respuesta es un atajo sustentado en un prejuicio.

Los que vendrían serían más de lo mismo, si es que no asumimos la tarea de pensar el problema y proponer soluciones políticas coherentes y reformas urgentes. Y esto, ojo, no es solo tarea de abogados. El problema no es, ni mucho menos, únicamente constitucional. La voluntad ciudadana necesita, contrariamente a lo que muchos sugieren, politizarse. Tomar las riendas de su destino. Lo cual implica cuestionarse y resistir no solo los embates de la corrupción que arremete con todo en esta semana crítica, sino el impulso inmediatista de solucionar todo de un porrazo.

Los días 4 y 5 de octubre, Moisés Lemlij, en alianza con varias instituciones, organiza un coloquio sobre la estupidez humana. “El problema es que nos aterramos por las estupideces que otros hacen o dicen, pero estos se aterran por las que a sus ojos son las nuestras; los estúpidos siempre son los otros”. Prejuicios, política, certezas, dogmas, ciencia, tecnología y desarrollo. No podía ser más oportuno este coloquio interdisciplinario.

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