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Política

Hola Yola

"Las marchas permiten enrostrarle a esta gentuza su mísera actuación en la vida pública, exigiendo para el país una situación más digna y decente”.

Salinas
Salinas

Lo leí en Gestión. En una entrevista a Yolanda Torriani, presidenta de la Cámara de Comercio de Lima (CCL). El titular me saltó a la cara y sin previo aviso, haciéndome rechinar los dientes: “Los empresarios sí reclamamos, solo que no marchamos porque no lleva a nada”. Tal cual.

Y nada. Al principio pensé que pudo tratarse de una mala interpretación de las declaraciones de doña Torriani. Pero no. Ahí estaban sus palabras, retratando su pensamiento. En su opinión, el país está paralizado y no resiste más. Y ello se debe al entrampamiento en el que están inmersos el Poder Ejecutivo y el Legislativo. Para ella, la solución a la actual crisis pasa por un acuerdo entre ambos. Y considera que las marchas no conducen a ninguna parte. Que protestar, gritar, expresarse en la calle, no conduce a nada. Y en ese plan.

La señora Yolanda es incapaz de ver que si alguien o algo nos está llevando hacia el despeñadero, ese alguien o ese algo se llama fujiaprismo o aprofujimorismo. O como quieran definir a ese engendro antidemocrático que quiere tumbarse al Gobierno como sea, y a cualquier costo, embistiendo contra el Estado de derecho. Miren, si no, sus más recientes despropósitos. Tratar de echarse abajo a la Sunedu. Resucitar los casos de Chinchero y de Conirsa para desestabilizar al régimen. Investigar el mensaje presidencial del 28 de julio. Echar sombras sobre las encuestas que no les gustan. Y así.

Y lo han hecho sin escrúpulos. Sin rubor y sin vergüenza. Olvidando que los peruanos, aunque a veces podamos parecerlo, no somos ningunos tontos de capirote. Asumiendo, eventualmente con razón, que la indolencia es como un octógono pegado en la frente de muchos compatriotas. Pese a todo eso, los congresistas obstruccionistas del fujimorismo y del aprismo arremetieron de nuevo, y por joder, sin importarles un comino, o un rábano, el Perú.

Y, sin embargo, ahí están los ciudadanos peruanos saliendo a las calles, a pronunciarse contra estos excesos, hartos del autoritarismo parlamentario, cansados de esa sarta de mequetrefes que se zurra en todo, desencantados de la clase política que padecemos, hastiados del abuso de los Becerril, irritados por el patético espectáculo del partido naranja y de las viudas de Alan.

Porque a ver. Las marchas, como la del jueves último, sí ayudan a cambiar las cosas, estimada presidenta de la CCL. Las marchas permiten enrostrarle a esta gentuza su mísera actuación en la vida pública, exigiendo para el país una situación más digna y decente, más democrática y limpia. Para eso sirven las marchas, querida Yola.

Periodista y escritor. Ha conducido y dirigido diversos programas de radio y tv. Es autor de una decena de libros, entre los que destaca Mitad monjes, mitad soldados (Planeta, 2015), en coautoría con Paola Ugaz. Columna semanal en La República, y una videocolumna diaria en el portal La Mula.