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Política

Invento diabólico: la estadística

“Nadie en la derecha fujimorista se quejaba de las encuestas, o de las empresas que las realizan, cuando las cifras les sonreían. Sus sospechas recién empezaron cuando la opinión pública comenzó a cambiar severamente en su contra”.

MIRKO
MIRKO

Los congresistas que quieren investigar a las encuestadoras en verdad deberían matricularse en un curso básico de estadística. Alguno de ellos incluso ha declarado que no puede concebir que la consulta a un grupo reducido de personas logre revelar la opinión de un grupo mucho más amplio. Desde una perspectiva así, buena parte de la ciencia se vuelve pura magia.

Es frecuente que algunos desfavorecidos por las encuestas declaren que no creen en esas cifras. Lo natural es que lo atribuyan a errores en el acopio de opiniones o a mala fe en la presentación de resultados. Sin embargo, una encuestadora sistemáticamente equivocada en sus resultados y pronósticos no dura mucho en el mercado político.

Es insólito que entrado el siglo XXI haya en el Perú quienes rechacen de plano el método estadístico. Un conocimiento aparecido en el mundo árabe en el siglo IX, y usado para pronosticar resultados electorales desde por lo menos 1824. Aunque es cierto que el método, indispensable en el mundo moderno, siempre ha producido resistencias entre inteligencias poco instruidas.

Este tipo de asalto a la razón, estrenado por un grupo de parlamentarios con Fuerza Popular a la cabeza, es primo hermano del negacionismo que rechaza la teoría de la evolución de las especies. Aunque la actitud de estos congresistas no parece tener nada que ver con la fe religiosa, sino con una descarnada conveniencia política, o por lo menos una ingenuidad palmaria (“A mí nunca me han preguntado”).

Nadie en la derecha fujimorista se quejaba de las encuestas, o de las empresas que las realizan, cuando las cifras les sonreían. Sus sospechas recién empezaron cuando la opinión pública comenzó a cambiar severamente en su contra, como consistentemente lo han ido mostrando todas las encuestadoras. Un proceso que no se produjo de la noche a la mañana, y que tiene sólidos motivos.

Las encuestas políticas no son perfectas, y sabemos que pueden equivocarse. Pero en su margen de error las diferencias no son las del día y la noche. El 8% de aprobación del actual Congreso o las altas cifras a favor de adelantar elecciones o disolver el Congreso no son trucos de magia. Tampoco lo es que en lo personal Keiko Fujimori siga entre los políticos con mejores cifras.

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