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Política

El viaje de Javier Heraud

“Corcuera rescata a Heraud del código luctuoso de su final, y lo instala de lleno en las ceremonias de la vida”.

MIRKO
MIRKO

Con el documental de Javier Corcuera, ya en salas de cine, en cierto modo Javier Heraud consuma su trayecto de ícono literario a héroe cultural. Un tránsito que también hizo José María Arguedas en algún momento de los años 70. En ambos casos ha consistido en convertirse, ser convertidos, en más que un escritor, en sumarle a la obra misma la condición de referente obligado en el esfuerzo cotidiano de entender el Perú.

También ese es El viaje de Javier Heraud al que se refiere Corcuera. Sin duda está presente el periplo Lima-La Habana-Puerto Maldonado que lo lleva hasta un final sangriento. Pero el meollo de la película está en revelarnos los entretelones de una biografía que todos creíamos conocer. No es el habitual epitafio, sino la aproximación afectiva y delicada a una vida plena.

Los factores de la leyenda en torno de Heraud son sumamente conmovedores: la intensidad y el pathos de su promesa a la vez poética y profética, la opción política juvenil tomada sin vacilaciones, la recepción de su muerte como fatalidad de una guerrilla pero a la vez como algo incomprensible, como un súbito señalamiento de los dioses.

El documental tiene la estructura de una novela de formación, y se desliza como el río que da nombre a la primera plaqueta de Heraud, desde la infancia hasta la temprana madurez. Un desarrollo rodeado de familiares, amores, amigos y admiradores, que cuentan cada uno la parte que conoció en la historia, pero ahora juntas por primera vez.

El trabajo de investigación ha sido intenso, acopiando momentos de intimidad, anécdotas, cartas y fotografías celosamente guardadas, antiguos dolores y nuevos testimonios. Heraud pasa a través de todo esto como una ausencia recuperada, más allá de los signos de la política o las letras, podríamos decir que es el viaje hacia una permanente actualidad.

Al mismo tiempo la película es sumamente entretenida, y no nos deja olvidar que es de un joven talentoso y simpático que ella trata. Como aproximación a la vida de Heraud supera largamente los esfuerzos escritos a la fecha, algunos muy cercanos y sentidos. Corcuera rescata a Heraud del código luctuoso de su final, y lo instala de lleno en las ceremonias de la vida.


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