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Política

Paz amenazada

El retorno a las armas de los disidentes de las FARC.

Editorial
Editorial

Un sector disidente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), encabezado por Iván Márquez, un histórico líder y ex número dos del grupo violentista y exjefe del equipo negociador de las FARC en los diálogos de paz, resolvió volver a tomar las armas, jaqueando de modo serio el Acuerdo para la Terminación Definitiva del Conflicto celebrado en Bogotá el 24 de noviembre de 2016.

Este grupo radical argumenta que, desde la firma de la paz, nada ha cambiado, y que se ha intensificado el asesinato de líderes sociales y de exmiembros de las FARC, por responsabilidad del Estado. Aduce que han sido asesinados más de 500 líderes sociales y 150 miembros de las FARC en un contexto de “trampa, traición y perfidia” y “la modificación unilateral del texto del acuerdo”.

La noticia no sorprende, aunque formaliza un desafío a los acuerdos de paz, sometido especialmente a una campaña conservadora que intenta anular su legitimidad, una de las razones de los retrasos en su implementación, concurrente con el asesinato de líderes sociales y miembros de las FARC por grupos irregulares, en algunos casos con vinculaciones con las fuerzas de seguridad. En julio pasado, una misión del Consejo de Seguridad de las NNUU expresó su preocupación por el estado de los acuerdos, manifestó su rechazo a los asesinatos e instó al Estado, e indirectamente al Gobierno del presidente Iván Duque, a que asuma estos desafíos.

La vuelta a las armas de este grupo no es principista; para la cúpula de esta facción es una coartada tanto para evitar responder a la Justicia Especial de Paz (JEP) instalada para este proceso, como para continuar con las actividades ilegales de extorsión, narcotráfico y secuestro de quienes no desean someterse al mandato de la paz. Las “nuevas” FARC son el resultado de la fusión de dos disidencias: la armada, que no quiso entrar a los acuerdos de paz; y la política, que se retiró de los mismos.

Según el partido FARC, que persiste en los acuerdos, representado por el senador Rodrigo Londoño, exjefe máximo de la extinta guerrilla, el 90% de los miembros sigue comprometido con los acuerdos de paz. La voz autorizada, la del expresidente Juan Manuel Santos -el inspirador y líder de estos acuerdos-, ha llamado a defender este proceso, tanto a la comunidad como al Gobierno, para que asuma con decisión y con criterio de Estado el liderazgo de la paz, girando sobre la práctica del primer tramo de su gobierno, distante de los acuerdos y poco diligente con su aplicación.