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Política

Amazonía, llamas mundiales

“El aumento de los incendios este año ha puesto sobre el tapete la posibilidad de una reducción de la Amazonía capaz de acelerar catastróficamente el cambio climático”.

MIRKO
MIRKO

El tema es muchísimo más importante que un cambio de palabras entre Emmanuel Macron y Jair Bolsonaro. La deforestación de la Amazonía es, junto con la contaminación radical de los océanos, una perspectiva que todos vemos como un peligro mundial. Los países amazónicos tienen, en consecuencia, una responsabilidad que los trasciende. Un 60% de ella corresponde al Brasil.

La reacción crítica de Macron tiene viejos antecedentes. En los años 80 su antecesor François Mitterrand llegó a sugerir que Brasil debería aceptar una soberanía limitada sobre la parte amazónica de su territorio. El comentario indignó a los países amazónicos entonces, y casi 40 años más tarde la idea de internacionalización los sigue indignando, en cuanto minimiza los esfuerzos nacionales por cuidar la Amazonía.

Durante largo tiempo en los países con soberanía sobre lo amazónico no existían ni el deseo ni la capacidad de afectar significativamente los bosques del trópico húmedo. Esto ha cambiado en numerosas regiones donde la agricultura, la minería, la demografía y el transporte avanzan indetenibles sobre el recurso amazónico, produciendo situaciones irreversibles.

El aumento de los incendios este año ha puesto sobre el tapete la posibilidad de una reducción de la Amazonía capaz de acelerar catastróficamente el cambio climático. A esto se ha sumado la aparición de un presidente brasileño dedicado a promover políticas de selva arrasada con el argumento de la necesidad económica del país.

El pensamiento de Bolsonaro se enmarca dentro de la idea según la cual los países desarrollados practican el ambientalismo a expensas de las necesidades de desarrollo del tercer mundo. El hemisferio norte contaminó el planeta, añade el argumento, y ahora se ha vuelto la policía climática del tercer mundo. Todo esto tiene mucho de nacionalismo suicida. Por lo pronto Bolsonaro ha convertido a su gobierno en un paria internacional.

De los países que se benefician de economías abiertas en buena parte del mundo se espera una actitud positiva frente a las soluciones conjuntas de problemas que están afectando a toda la humanidad. La actitud de Bolsonaro encuentra su antecedente en la negativa de Washington frente al protocolo de Kioto (1997) para reducir la emisión de gases causantes del efecto invernadero, en la base del calentamiento global.

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