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Política

Pleno ético

“Es de esperar que el Ejecutivo esté trabajando un plan de contingencia. Lo que está en juego es mucho: la lucha contra la corrupción”

bruce
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En una demostración de ironía inconsciente feroz, el presidente del Congreso, Pedro Olaechea, ha citado a un Pleno Ético para ver los casos de los congresistas Salaverry, Mamani, Ponce y Vieira. Hablar de pleno ético en un parlamento en el cual el prontuario parece haber sido el principal requisito de admisión, nos exime de mayor interpretación. Al dar prioridad a esta contingencia, se posterga la discusión del proyecto de ley 4637 de adelanto de elecciones. El congresista César Segura ha declarado con insolencia: “Las cosas por su orden. Ya hemos priorizado bastante, que no fastidie (el presidente Martín Vizcarra). Acá mis decisiones son autónomas”.

Segura integra la comisión de constitución que preside Rosa Bartra. Dicha congresista ignoró la propuesta de sus colegas Costa, Lescano y Quintanilla para que la comisión se declare en sesión permanente, de modo que no se retrase la discusión del PL 4637. La forma en que arrastran los pies es tan ostensible que sería precisa una ingenuidad pasmosa para no advertirlo. El propio diálogo pedido por Olaechea a Vizcarra parece ser parte de esa estrategia obvia. Ya ni siquiera se molestan en disimular su intención de boicotear el adelanto de elecciones.

El fujimorismo logró lo que parecía imposible: meter al Congreso un conjunto de legisladores que hacen extrañar a los precedentes, como señala Juan Carlos Tafur en su columna del domingo en este diario. No es cierto, sin embargo, lo que señalan diversos comentaristas: que somos nosotros quienes los hemos elegido. Esta es una verdad a medias. Es necesario recordar que de no ser por la cifra repartidora, el veintitantos por ciento de votos obtenidos no se habría convertido en una mayoría absoluta en el Legislativo. Y no solo el fujimorismo, para ser precisos. En estos años hemos visto a una gavilla de oportunistas demostrar su calaña y cinismo, una y otra vez.

Todo esto entraña graves riesgos. El principal de los cuales es el descrédito del sistema democrático. Es de esperar que el Ejecutivo esté trabajando activamente en un plan de contingencia. Lo que está en juego es mucho: la lucha contra la corrupción y la construcción de un sistema institucional más eficiente y confiable, para citar solo dos de los grandes desafíos que nos aguardan a la vuelta de esta curva, digna de los hermosos pero peligrosos despeñaderos de los caminos del Perú.

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