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Política

Persistencia de Marx (ii)

“Debo aclarar que mi defensa de Marx no está motivada por beatería, sino porque ese pensador nos permite entender la enfermedad congénita del capitalismo”

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Por: Carlos Tovar

Agradezco la respuesta de Nelson Manrique a mi artículo sobre Marx. Me complace que el debate lo haya motivado a hacer explícito su reconocimiento del método marxista de investigación.

Veamos, entonces, dónde residen nuestras discrepancias. Las precisiones que hace, para diferenciar el ‘horizonte histórico’ del ‘horizonte intelectual’, y el ‘capital bancario’ del ‘capital financiero’, son pertinentes, pero no alteran el fondo de la cuestión.

Si, como dice Nelson, las personas pueden compartir el mismo horizonte histórico y, sin embargo, diferir en el horizonte intelectual, tanto como Héctor Becerril difiere de Aníbal Quijano, no veo por qué el horizonte intelectual de Marx tendría que verse limitado por el horizonte histórico del capitalismo industrial que le tocó vivir.

Ocurre, precisamente, que las teorías de Marx trascienden su horizonte histórico. Se proyectan hasta nuestro tiempo, al punto que hoy siguen causando asombro. Edmund Wilson no exagera al afirmar que Marx estaba dotado de una portentosa clarividencia.

Por otra parte, es cierto que Marx usó la categoría ‘capital financiero’, pero el ‘capital bancario’ es, también, inmaterial, de manera que la inmaterialidad de la riqueza no era ajena a su pensamiento. Es bueno saber que Michael Kratke, quien trabaja en la compilación de los escritos inéditos de Marx, refiere que, entre ellos, se encuentran dos pilas de cuadernos dedicados al análisis de los mercados financieros de Londres y Wall Street.

Debo aclarar que mi defensa de Marx no está motivada por beatería ni sentimentalismo (ni, menos, por el deseo de contradecir a Nelson, quien es un buen amigo), sino porque encuentro que ese pensador nos permite entender la enfermedad congénita del capitalismo y avizorar la ruta para emanciparnos de su esclavitud.

He seguido, durante años, el hilo del análisis marxista acerca del tiempo de trabajo, el mismo que atraviesa toda la obra del gran filósofo (y fundamenta su teoría del valor).

En el tercer tomo de El capital, casi coronando el libro cumbre de Marx, encontramos este esclarecedor pasaje: “En efecto, el reino de la libertad solo empieza allí donde termina el trabajo impuesto por la necesidad y por la coacción de los fines externos (…) Al otro lado de sus fronteras comienza el despliegue de las fuerzas humanas que se considera como fin en sí, el verdadero reino de la libertad, que sin embargo solo puede florecer tomando como base aquel reino de la necesidad. La condición fundamental para ello es la reducción de la jornada de trabajo”.

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