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Política

Castillo: “El país vive aún tiempos de oscuridad”

Misa y tedeum. El arzobispo de Lima, Carlos Castillo Mattasoglio, se preguntó en la homilía: “¿Qué pasa con la dirigencia nacional y con los grupos implicados (en corrupción)? ¿Y qué nos pasa a los peruanos que los elegimos y nos dejamos guiar por ellos?”.

Pedro Castillo
Pedro Castillo

Por Carlos Páucar

Pocas veces el primer mensaje de un arzobispo de Lima en una misa y tedeum por Fiestas Patrias se convirtió en un llamado de atención tan contundente a la clase política del país y a todos los peruanos para “convertir nuestra libertad en más responsable, madura y socialmente eficaz”.

El arzobispo de Lima, Carlos Castillo, se refirió a nuestros grandes problemas frente a las principales autoridades nacionales y locales. “Hoy nuestro país vive todavía tiempos de oscuridad, que derivan de una corrupción que llega a las más altas autoridades y grupos de la dirigencia nacional. Por eso el papa Francisco preguntaba: “¿Qué le pasa a Perú que cada uno que deja la presidencia lo meten preso?”. Hoy no podemos celebrar sin preguntarnos todos, hondamente, ¿qué pasa con la dirigencia nacional y con los grupos implicados? ¿Y qué nos pasa a los peruanos que los elegimos y nos dejamos guiar por ellos?”.

En su homilía en la Catedral de Lima continuó: “Esta situación ha alimentado una desconfianza en las instituciones que va en aumento (incluidas las iglesias), mientras el interés particular crece sin parar, burlando el bien común (...) Resulta indispensable que todos nuestros actuales líderes tengan y tengamos la capacidad de poner al Perú por encima de los propios intereses, incluso los legítimos. Y nuestra sociedad civil, y sin duda la Iglesia, está llamada a mantenerse firme frente a quienes se resistan ante lo que es una demanda abrumadora de la patria”.

Indicó que la Iglesia no es ajena a esta realidad y pidió afrontar los grandes problemas “renaciendo, recapacitando, acogiendo el espíritu de amor y justicia, reflexionando y actuando a favor del pueblo. Nos conviene dialogar con el espíritu que brota del sentir popular”.

Pidió fe para un proceso de conversión personal y social, suscitando “reformas audaces, profundamente innovadoras”.

“Ese es el espíritu que también animó a la mayoría de nuestros héroes, con gestos de amor martirial que quedaron para que la patria no muriera: de Micaela Bastidas a Túpac Amaru, de José Olaya a María Parado de Bellido, y luego de Miguel Grau y Francisco Bolognesi a Andrés Avelino Cáceres. Encontramos anchura de espíritu, fortaleza de fe, generosidad sin límites y honestidad a toda prueba”.

Afirmó que nuestra nación, aún en formación, clama por “esa urgencia de decir nosotros”, como insistió Gonzalo Portocarrero. Y esa urgencia conlleva un inmenso proceso de amor, de solidaridad, de comprensión. El “pastor responsable” de la Arquidiócesis de Lima invitó a los feligreses a “realizar juntos ese sueño de una Iglesia de todos y todas, para todos y para todas, particularmente para los más vulnerables de nuestra patria. Necesitamos construir una nación que reconozca su valor y dignidad”.

El arzobispo, que estudió en San Marcos y fue profesor de Sociología en Cerro de Pasco y de Teología en la PUCP, pidió renovar “el gran juramento en los valores que fundaron nuestra patria”.

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