¿Abogados? Solo el mío
“El derecho es un discurso especializado cuyas enseñanzas no se transmiten de manera automática a un lector no entrenado”
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¿Quiénes seguimos la noticia en los medios estamos aprendiendo más derecho? Es discutible, a pesar de que la avalancha de argumentos legales de esta época es apabullante, al grado de parecer una carrera corta de abogacía. La lógica de la justicia en muchos casos es muy diferente del sentido común, y puede llegar a contradecirlo con mucha razón.
Un problema serio es que el discurso mediático sobre la justicia en casos de importancia política está contaminado de cosas como el partidarismo, la sospecha, el sensacionalismo, o la simple ignorancia de algunos datos básicos. Nadie, y esto incluye por cierto a los columnistas, está libre de caer en alguno de estos impulsos que sesgan el entendimiento.
Además la estructura de las causas célebres se ha venido viendo constantemente modificada por la aparición de datos adicionales, que complican el panorama de la comprensión. Así, giros que son pan comido para un abogado avispado pueden ser un laberinto de perplejidades para otros. Por eso algunos optan por suspender el juicio, o guiarse solo por los sentimientos.
Luego hay el caso de quienes simplemente descalifican de plano las actuaciones de la justicia que no les convienen o que les son antipáticas. Esta es una actitud afincada en la ignorancia, cómoda y por tanto contagiosa, uno de cuyos efectos es una desacreditación del discurso legal mismo. De allí a desautorizar a la ley misma hay un paso bastante corto.
El derecho es un discurso especializado cuyas enseñanzas no se transmiten de manera automática a un lector no entrenado. Esto se agrava si ese lector está tomado por los prejuicios, y carece del menor interés en ser convencido a partir de argumentos. Así, la sustentación del abogado ubicada en la orilla opuesta simplemente será vista como una mentira.
Sería fácil vincular todo esto a temas de nivel educativo y capacidad lectora. La experiencia lo desmiente. Más tiene que ver con una hipertrofia del interés particular, dedicado a desmentir lo que no le conviene. Estamos hablando, pues, de cinismo, y hasta de rechazo a la idea de un sistema de justicia que aspira a una ley igual para todos, interpretada y aplicada con equidad.
¿Aprenderemos algún día a valorar y aplicar el discurso del derecho? Quizás nos falta entender algunas cosas previas por el camino.
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