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Política

Orgullo

Una celebración de la tolerancia, los derechos y las libertades.

Editorial
Editorial

El Día del Orgullo, establecido en recuerdo a las jornadas de protesta contra la represión a la comunidad LGTBI en el bar Stonewall (Nueva York, EEUU) hace 50 años, se celebra en el Perú en medio de avances significativos de la tolerancia respecto de la orientación sexual de las personas.

Una reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) da cuenta de la disminución del porcentaje de personas contrarias a la homosexualidad, la unión civil o el matrimonio de las personas del mismo sexo. A pesar de ello, el registro central y predominante sigue correspondiendo a un país que alberga sentimientos y reacciones contrarias al derecho de las personas a su identidad sexual y a expresarla con libertad. Con frecuencia, estas reacciones conducen a la discriminación y la homofobia, cuando no a agresiones psicológicas y físicas y a crímenes de odio.

En el contexto de grave discriminación de la comunidad LGTBI, el orgullo es un principio y valor que permite la afirmación de derechos y la búsqueda de su reconocimiento, muy especialmente necesario en entornos conservadores como el peruano, donde se persigue, anatemiza, margina y humilla a los gays, lesbianas, transexuales e intersexuales por el simple hecho de serlo.

Ese orgullo debe ser respaldado, reconocido y alentado como una valiosa forma de visibilizar un movimiento en favor de derechos y libertades. Esa es la respuesta a quienes se burlan de que un día al año decenas de miles de peruanos reivindiquen su sexualidad amenazada o agredida.

Es importante que esta fecha sea en nuestro país objeto de saludo por parte de clubes de fútbol, universidades, empresas, sindicatos, partidos y medios de comunicación. Bajo ese marco, ha sido importante que por primera vez accedieran a la plaza Bolívar, frente a la sede del Congreso, varios colectivos LGTBI como expresión de empoderamiento y ejercicio de sus derechos y libertades, y a pesar de la declarada hostilidad de parlamentarios homofóbicos que escudan su actitud en una inexistente libertad de discriminación.

En el reconocimiento de estos pequeños avances cabe el recuerdo de los iniciadores, especialmente del Movimiento de Homosexuales de Lima (MOHL) fundado en 1982 y de los permanentes afanes de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) y otros grupos que de modo constante e incomprendido realizan actividades de denuncia, incidencia, defensa legal y acompañamiento de las víctimas de esa forma de violación de sus derechos. También a ellos nuestro saludo.