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Política

El último suspiro de Moro

“Un caso como Lava Jato no puede pelearse solo en los tribunales. Los fiscales deben estar en permanente contacto con la opinión pública...”.

Raúl Tola
Raúl Tola

El escándalo producido por la publicación de las comunicaciones entre el juez brasileño Sergio Moro y el fiscal especial Deltan Dallagnol ha echado una pesada sombra sobre el desempeño de la justicia brasileña en el caso Lava Jato. Hasta hace unos meses, Moro era considerado un cruzado de la justicia que luchaba contra la antigua y profunda mezcla de corrupción e impunidad que azota a su país, encarnada en empresas como Odebrecht, OAS o Andrade Gutierrez.

Esta percepción comenzó a emborronarse cuando aceptó ser ministro de Justicia de Jair Bolsonaro. Una de las medidas más audaces de Moro fue el encarcelamiento de Lula da Silva por corrupción, lo que retiró al ex presidente del Brasil de una campaña electoral donde marchaba como favorito, permitiendo el triunfo de Bolsonaro.

El prestigio de Moro recibió otro revés gravísimo con la publicación (en el medio digital The Intercept Brasil) de las conversaciones privadas que sostuvo con Dallagnol. Ahí resulta claro que tenían una relación fluida, estaban permanentemente conectados y coordinaban la estrategia judicial, mediática y probatoria a seguir en el caso de Lula.

Esto ha llevado a que la prensa brasileña condene unánimemente a quien hasta hace no mucho parecía erigirse como una reserva moral del país. ¿Moro fue de veras imparcial cuando actuó contra Lula? ¿Lo hizo en el escrupuloso ejercicio de sus funciones o empujado por un cálculo para propiciar la caída del Partido de los Trabajadores? ¿Era un verdadero luchador contra los corruptos o un mero arribista sin escrúpulos, que encontró su oportunidad y no dudó en aprovecharla?

Esta historia viene a cuento en el Perú, donde —como resultado de una labor decidida, valiente y honesta— los fiscales del equipo especial Lava Jato gozan de una altísima credibilidad y un amplio predicamento ante la opinión pública. Se necesita tener los pies bien puestos en la tierra para que semejante popularidad no empuje a cometer errores como los de Sergio Moro.

Aunque han repetido que no están interesados en tentar la política, sus declaraciones han resbalado más de una vez por esos terrenos. Le pasó al juez Richard Concepción Carhuancho cuando dijo que Fuerza Popular tenía capturado el Ministerio Público y a José Domingo Pérez cuando recomendó a Martín Vizcarra presentar la cuestión de confianza y tener una actitud firme ante el Congreso.

Es evidente que un caso como Lava Jato no puede pelearse solo en los tribunales. Los fiscales deben estar en permanente contacto con la opinión pública para informar sobre el desarrollo de los procesos y responder a las mentiras lanzadas por los corruptos y sus asociados.

Pero los integrantes del equipo especial deben comprender que están obligados a mantenerse en un justo medio, que les permita defenderse mediáticamente sin incurrir en excesos que se conviertan en un bumerán y le sirvan como munición a sus investigados. Para ellos, el caso del juez Sergio Moro debe ser un modelo de lo que no se debe hacer, una confirmación de que la vanidad y la ambición son las peores consejeras en cargos tan sensibles como los que ejercen.

Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.