Brasil a pocos días de la segunda vuelta presidencial.,Una de las últimas encuestas previas realizadas por la empresa Ibope, de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales brasileñas a llevarse a cabo el domingo 28, indica que el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), obtendría el 59% de los votos válidos, frente a Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), que obtendría 41%.El mismo sondeo arroja una rebaja del rechazo electoral a Bolsonaro que se sitúa en 37% frente a un rechazo de 47% a Haddad, lo que resume, entre otras variables, el progreso de la convicción de que exmilitar ultrarradical, racista y homófobo ganará las elecciones.A este clima que pretende decirle a Brasil que casi todo está consumado o por consumarse se agregan las primeras informaciones de los resultados de la composición del Congreso, salido de las elecciones conjuntas con la primera vuelta presidencial el pasado 7 de octubre. La cifra más gruesa indica que se ha consumado un vuelco en la composición de la Cámara de Diputados, que pasa a tener una mayoría de derecha, con 301 escaños de 513. El partido de Bolsonaro, de 8 curules ha pasado a 52.Al mismo tiempo, los partidos liberales, de centro y de centroizquierda han visto caer el número de escaños merced a sonadas pérdidas en plazas tradicionales. El número de intelectuales, dirigentes tradicionales de partidos y representantes sociales ha disminuido, y en cambio se ha incrementado la presencia en el Congreso de exmilitares predicadores de la mano dura y de la radicalización política del Brasil y representantes de iglesias evangélicas conservadoras.Conforme se acercan las elecciones Brasil debate sobre los fenómenos que condujeron al resultado de la primera y las perspectivas del país si se confirman las previsiones para la segunda vuelta. El primer consenso al que se arriba es que el voto por Bolsonaro resume no uno sino varias tendencias y fenómenos ciudadanos, entre los cuales se cuentan el hartazgo ante la corrupción, el temor a un nuevo ciclo de corrupción en caso no ganara Bolsonaro, la demanda de soluciones aún más rápidas y eficaces contra la inseguridad ciudadana. Varios de estos sentidos comunes, no todos pero sí una gran parte, hace que lo que acontece en Brasil tenga parecidos al empoderamiento de alternativas de la extrema derecha en países donde los sectores democráticos –liberales, socialdemócratas y conservadores moderados– no fueron capaces de proponer alternativas creíbles y viables frente a problemas complejos como el terrorismo, el desempleo, la migración o la corrupción.En ese sentido, lo que puede acontecer en Brasil, con el condimento propio de un país latinoamericano, es una versión recreada de la agenda que agita EEUU, Francia, Italia o Gran Bretaña, un proceso cuyo aterrizaje regional jalonará los discursos y modificará el quehacer de esta zona del mundo, considerando los planes de Bolsonaro y sus aliados para revertir el goce de los derechos sociales, congelar o retroceder los logros de las mujeres y la comunidad LGTB, y privatizar las empresas públicas.