La lucha de la familia Panaifo por sobrevivir en la pobreza extrema

24 horas en las alturas del cerro PorvenirAbandono. No hay que ir muy lejos para encontrar familias que almuerzan sopa de huesos y cenan arroz solo. Con casas precarias en las alturas, sin agua ni desagüe, donde no llegan las mototaxis ni el Estado. La Lima que no alcanzamos a ver. ,La lucha de la familia Panaifo por sobrevivir en la pobreza extrema,La lucha de la familia Panaifo por sobrevivir en la pobreza extrema,La lucha de la familia Panaifo por sobrevivir en la pobreza extrema,La lucha de la familia Panaifo por sobrevivir en la pobreza extrema,Henry Cotos Campeán Fotografía: Virgilio Grajeda En la cuarta zona de Collique, en Comas, se diferencian nítidamente el progreso y la pobreza. En la cuadra 25 de la avenida Revolución están los emergentes con negocios grandes como pollerías, panaderías y ferreterías, con comisaría incluida; y a solo tres cuadras, subiendo el cerro Porvenir, encontramos a la familia Panaifo Villasís, que a diario lucha por sobrevivir. Se han asentado en la zona de las casas de madera, ventanas con plásticos, techos de calamina, sin servicios básicos y donde no suben ni mototaxis. Con ellos, La República pasó 24 horas, compartiendo lo duro que es la pobreza y la indiferencia. PUEDES VER Gobernador de Ica registra el peor desempeño en lucha contra la anemia Para llegar, las únicas vías son escaleras improvisadas de piedras, que con el tiempo se han deteriorado, y de las gradas solo quedan vestigios. A medida que se avanza hacia la cumbre del cerro, el camino se hace empinado y resbaladizo. Donde se acaba la ruta y hay que agarrarse de las piedras con las manos para seguir trepando, está la vivienda de Mónica Villasís (28), quien vive allí con su esposo y tres hijos. Alexis (9), Jenco (4) y Triana (2 y medio) saben de la pobreza, la viven, pero no la toman en cuenta. Se acostumbraron a ella. El hambre no les quita la energía ni el entusiasmo. Cenaron arroz solo y bebieron té, pero no se quejan y juegan felices. Su vivienda solo tiene dos ambientes: el dormitorio que está dividido en dos con una madera y la sala, que también es cocina. Mónica cuenta que hace un mes comieron pollo a la brasa y algunos domingos toman leche. De la carne, Alexis, el mayor de sus hijos, recuerda que algunas semanas atrás su mamá hizo un estofado con huesos que tenían un poquito de carne. Cena: arroz solo Ese día desayunaron arroz con huevo y té. El almuerzo fue sopa de huesos que compran a S/ 1.50 en el mercado y en la noche la cena fue arroz solo. Dos de los niños van al colegio; y su madre hace un esfuerzo para enviarles de lonchera un pan con huevo y té o cocoa. Cuando no alcanza llevan pan solo. En casa pagan 40 soles por la energía eléctrica que les da un vecino de la zona baja. Los que viven en la parte alta del cerro tienen que buscar algún propietario de las viviendas que tienen luz para que les brinde el servicio de manera clandestina. Solo pueden dar luz a dos casas, explica Mónica. Su vivienda tiene dos focos, uno en la habitación y otro en la sala, y un televisor que un vecino les regaló, que algunas veces funciona cuando le dan un golpe. No hay más artefactos. El mobiliario consta de dos camas para los cinco, una mesa, tres sillas, una cocina que les obsequiaron y que solo tiene dos hornillas operativas, y un mueble que hace las veces de repostero. En febrero, su casa se incendió y sus hijos se salvaron de milagro. Lo perdieron todo y gracias a la solidaridad de sus vecinos pudieron reconstruir dos ambientes de madera. No tienen agua ni desagüe. Tras el siniestro, les regalaron un tanque que deben llenar con una bomba de agua a través de una manguera de 200 metros que sale de la casa de algún vecino de la zona baja. Le tienen que pagar 25 soles por llenar el agua y 25 adicional por la bomba y la manguera. Este líquido les dura 15 días, así es que deben pagar 100 soles cada mes. Cuando no hay bomba disponible o no tienen dinero suficiente, deben bajar con baldes en busca del agua. Por cada recipiente pagan un sol y luego lo trasladan a su casa que está cuatro cuadras cuesta arriba. Poseen un baño rústico en el que se lavan, pero no tienen silo, y para hacer sus necesidades van a la casa de un familiar que vive cerca y que sí cuanta con un silo, que no es más que un hueco en el cerro. Lo tapan antes de que se llene del todo y luego cavan otro hoyo. En busca de progreso Esta familia llegó hace tres años de Pucallpa en busca de progreso. Elvis Panaifo (34), el padre, trabajaba talando árboles para madereros ilegales, pero el Gobierno intensificó sus operativos y muchos de los que se dedicaban a ese negocio ilegal tuvieron que dejarlo. Vinieron a Lima con la idea de trabajar juntos para salir adelante con sus dos hijos, pero Mónica salió embarazada. “Yo trabajo como hombre, cargo bolsas de arena y hago de todo, pero con mi barriga debía reposar”, relata. En la noche llegó Elvis, quien mira y calla. La pobreza duele y genera vergüenza. Para nadie es fácil hablar de eso. “Trabajo todos los días para que mis hijos puedan comer. No alcanza para más”, confiesa. Sin trabajo fijo, sale todos los días rumbo a las madereras que están en Comas en busca de cualquier cachuelo. Su ingreso promedio es 25 soles diarios, que es menos que el mínimo pues no trabaja los domingos. “Ayudo a cargar maderas y hago lo que pueda para llegar con algo a casa. Cuando salgo en las mañanas, no sé lo que voy a hacer”, señala. Llegó a casa con las compras para el almuerzo y la cena del día siguiente debido a que es difícil que su esposa baje al mercado con sus hijos. Trajo medio pecho de pollo que una casera le dejó a 2 soles, un kilo de papa de 1.5 soles y una bolsita de culantro de 0.50 céntimos para hacer un seco. De ahí Mónica tiene que sacar el refrigerio para su esposo, el almuerzo para todos y dejar un poco para la cena. En las alturas del cerro todo es más caro. Los que venden tienen que transportar su mercadería cargándola a puro pulso, pues no hay acceso para los vehículos, y ese esfuerzo tiene un costo que lo pagan los que ganan menos. El huevo cuesta 0.50 la unidad, cuando en cualquier tienda de Lima lo más caro es un cuarto de kilo a S/ 1.50, que viene a ser cuatro huevos. En la noche, desde la altura de su casa en el asentamiento humano Porvenir, se puede ver la avenida Revolución con sus grandes tiendas y el alimentador del Metropolitano circulando. Mónica y Elvis, con sus hijos, se tienen que conformar con ver el desarrollo que no les alcanza. El cerro de al lado En el cerro del costado está la ampliación del asentamiento humano Canto Rey, donde encontramos a Lucinda Pérez de la Cruz (68 años). Vive con sus dos hijos que se buscan la vida en trabajos eventuales, mientras ella se queda sola cuidando a su nieto Jairo (4). Pese a su edad, camina incansablemente por los cerros, pero tiene un dolor que lastima su corazón por la pérdida de su nieto menor, a quien también cuidaba. Hace un año, mientras el menor trataba de aprender a caminar, por casualidad le cayó una olla con agua hirviendo. Falleció al no poder superar las quemaduras. La pena y las carencias no le impiden luchar por salir adelante y se las ingenia para cocinar con el poco dinero que le asignan. Al igual que Mónica, no tiene agua, desagüe ni electricidad. El almuerzo y cena que hizo fue un cau cau de pollo con arroz, cuyo costo es S/ 6.90. Con eso alimenta a su nieto, sus dos hijos y el esposo de su hija. Es decir, comida para cinco personas. Datos Gastan entre 5 y 7 soles para almuerzo y cena - Agua. Es común ver a señoras cargando mangueras de 200 metros que usan para llevar el agua a la cumbre. - Sin ayuda. En las alturas del AAHH Porvenir hay, al menos, 40 familias (200 personas) que subsisten en la pobreza extrema y nunca recibieron la visita del Estado. Almuerzo y cena de Mónica (Para 5 personas) Seco de pollo Media pechuga S/ 2.00 1.5 kg de papa S/ 1.50 Culantro S/ 0.50 ¾ kg de arroz S/ 1.50 Total: S/ 5.50 Almuerzo y cena de Lucinda (Para 5 personas) Cau cau de pollo Pollo S/ 2.00 2 k. de papa S/ 2.00 1 cebolla S/ 0.30 Hierbabuena S/ 0.10 Ají amarillo y ajo S/ 0.50 ¾ k. de arroz S/ 2.00 Total: S/ 6.90 ,

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