¿Con quién dialoga el Gobierno?

El silencio no es una forma de gobernar el país.

¿Con quién habla finalmente Dina Boluarte? No lo hace con el empresariado que la convocó para la clausura del CADE ayer y a la que se negó a acudir. Tampoco con la prensa a la que no le admite preguntas hace semanas y aun menos con la ciudadanía, porque acude a actividades puntuales a las que llega blindada y se retira de la misma forma, sin mantener ningún tipo de contacto con el pueblo.

En el caso del encuentro empresarial  clausurado ayer en Arequipa tampoco se ha contado con la presencia de ningún ministro, incluso el de Economía, que habitualmente acude a este tipo de eventos.

Se trata de una demostración ostensible de ausencia y vacío. Y gobernar es precisamente lo contrario.

Sostener diálogos con los sectores es una tarea implícita de quienes gobiernan. Promover la participación ciudadana es una muestra de ejercicio democrático permanente. Y explicar ante la prensa los asuntos de Estado, una labor propia del arte de gobernar.

Tenemos claramente un régimen atrincherado, sostenido por un pacto corrupto con algunas agrupaciones políticas a las que se les ha dado licencia para trazar la cancha de las próximas elecciones y para copar las instituciones que administran justicia y que garantizan el equilibrio de poderes.

La tierra atrasada es el método aprobado por el gobierno ilegitimo y el Congreso desprestigiado, para sostenerse mutuamente como sea. Para ello, apelan a la fuerza de las armas y de la violencia, sin miramientos, y con la promesa de la impunidad mediante legicidios congresales.

Pero estamos alcanzando el punto cero. La crisis total de la legitimidad. Apenas 2 puntos de popularidad  para el Congreso y 6 para la Presidenta Boluarte, entre los empresarios. Son resultados objetivos de una evaluación pragmática, en la que se valora la eficiencia de la gestión y los resultados alcanzados en la lucha contra la seguridad ciudadana, la corrupción y el liderazgo del gobernante para determinar el rumbo. Y en todas ellas ha quedado gravemente desaprobada. Ha sido duro el remezón y la nueva comprobación de un fracaso en toda la línea. ¿Tendrá consecuencias?