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Sin sangre en la cara

“Me resultaba difícil de creer que una persona que había abandonado la universidad, con solo dos semestres de Ingeniería Química, pudiera ser una pionera en ciencia avanzada”.

Los periodistas ganamos en el transcurso de nuestras carreras premios, títulos y reconocimientos, pero no hay nada que supere el éxtasis de la satisfacción cuando el reportero logra que la justicia castigue al poderoso que creía que con el dinero se saldría con la suya. Es una sensación que supera cualquier galardón, como el Pulitzer.

Y John Carreyrou lo sabe, no solo porque ha recibido dos Pulitzer, entre otros muchos trofeos. Hace poco Elizabeth Holmes, la empresaria que pretendía ser la versión femenina de Steve Jobs –imitaba sus gestos, su forma de vestir y sus gustos–, y cuya empresa Theranos llegó a valorizarse en 9 mil millones de dólares, recibió una sentencia de 11 años y 3 meses de prisión por varios cargos de fraude. Gran parte del caso fue expuesto por una serie de reportajes de investigación de John Carreyrou publicados en el periódico The Wall Street Journal. La condena a Holmes fue para el periodista la confirmación de sus revelaciones, empezando por demostrar desde el primer artículo que Edison, el aparato que inventó la compañía para analizar la sangre, era un completo fraude y era una amenaza para millones de personas.

Mientras la niña mimada del Silicon Valley aparecía en los grandes medios de comunicación explicando su proyecto para analizar la sangre y eventualmente detectar enfermedades, lo que llamó la atención a Carreyrou fue que la joven carecía de un lenguaje científico. Luego encontró que solo había estudiado un año Ingeniería Química en la Universidad de Stanford. El periodista se preguntó ¿cómo es que lideraba un revolucionario proyecto en la industria médica?

“Me resultaba difícil de creer que una persona que había abandonado la universidad, con solo dos semestres de cursos de Ingeniería Química en su haber, pudiera ser una pionera en ciencia avanzada”, escribió John Carreyrou en su libro Mala sangre (Capitán Swing, 2020). Aleccionado por la interrogante, el reportero buscó contactos en la empresa Theranos, y encontró un exfuncionario que había sido despedido porque se atrevió a decirle a Elizabeth Holmes que la empresa mentía tanto a los inversionistas como a los ciudadanos con un aparato que no funcionaba.

Holmes hizo de todo para desacreditar los reportajes de Carreyrou. Pagó avisos en los medios, hizo presentaciones para afirmar que las acusaciones eran falsas y amenazó con demandas judiciales. Sin embargo, no pudo detener a los inspectores que confirmaron que su analizador de sangre era un engaño. En lugar de aceptar que mintió a todos, afirmó haber sido engañada y no pidió perdón a sus víctimas. “Nunca pidió disculpas a los pacientes a los que había puesto en peligro. Estoy convencido de que ella sintiera ningún remordimiento”, escribió John Carreyrou. Probablemente, la cárcel ablande a Holmes. (Carreyrou aparece caracterizado en la serie “The Dropout”, que se sustenta en su investigación. Disponible en Star+).

La República

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