Así quedó la tabla de posiciones del grupo A en la Libertadores

Márgenes de la diplomacia

“Guatemala y Perú no tienen muchas perspectivas y lazos comunes, que se sepa. No es motivo para dejar de intercambiar embajadas. Pues a veces aparecen oportunidades o talentos inesperados, que enriquecen una relación que parecía no existir”.

La lectura del artículo sobre el “Expediente del escuadrón de la muerte” de Peter Canby, en The New York Review of Books de esta quincena nos ha hecho pensar sobre los nombramientos de embajadores políticos en estos tiempos. No somos Guatemala, pero Palacio hace el esfuerzo.

Es fama que en la historia varios países centroamericanos han utilizado su diplomacia para disponer de algunos políticos que el gobierno no deseaba ver circulando en casa. Es decir favores entre diversos grupos de poder. Así fue exportado al mundo lo bueno, lo malo y lo feo con terno oscuro.

La evocación que hacemos se debe al reciente nombramiento como embajador peruano en Guatemala City de Ángel Yldefonso Narro, quien tuvo que dejar el Minjus por haber alguna vez hecho soga y pabilo de la relación del Estado con diversos narcotraficantes. ¿Por qué llegó al fugaz ministerio? ¿Por qué ahora a la embajada?

En la versión de Canby la cúpula del poder guatemalteco, ayer sanguinarios, hoy más hacia lo corrupto, podría ser el sitio ideal para un hombre de leyes generoso con los narcotraficantes. ¿Fue este el criterio para el nombramiento? ¿O es solo un favor para un amigote? ¿O hay un encargo puntual de por medio?

Poner amigos en embajadas es algo que se usa en todas partes. En México incluso llegan más lejos, con la piadosa frase según la cual “una embajada no se le niega a nadie”. No siempre es cierto, pero a veces consuela mucho. Pero sin duda hay abundantes ejemplos del famoso dicho, en un país que siempre ha nombrado a sus mejores.

Guatemala y Perú no tienen muchas perspectivas y lazos comunes, que se sepa. No es motivo para dejar de intercambiar embajadas. Pues a veces aparecen oportunidades o talentos inesperados, que enriquecen una relación que parecía no existir. ¿Pertenece Yldefonso a esa cepa de diplomáticos políticos?

Recordemos que Guillermo Gonzales Arica y su esposa Anel Townsend aprovecharon su embajada en Tegucigalpa (Honduras) para establecer meritorios vínculos entre las dos cocinas, y poner al país anfitrión en el mapa gastronómico de América Central. No sabemos qué habilidades útiles carga Yldefonso. No descartemos que de pronto la cocina pueda ser una de ellas.

La República

Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.