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En nombre de “la gente”, por Irma del Águila

“No ninguneemos esta coyuntura, ‘destrabarla’ suele ser condición para apuntalar cambios más profundos”.

En momentos de profunda crisis y fragmentación, leer propuestas y opiniones ciudadanas es bueno. En ese sentido, la presentada por la Coalición Ciudadana (CC), Reformas Políticas Mínimas y la réplica de Laura Arroyo en Noticias Ser son bienvenidas.

Dejo unos comentarios. Uno, si vamos a intentar salir de esta crisis y hacerlo en democracia, “desde abajo”, es importante reconocer lo avanzado por el sector de la sociedad civil que suscribe el pronunciamiento de la CC. (Que quien escribe esta nota no suscriba todos los puntos es irrelevante).

Se puede decir de la CC que es parte de las “élites”. En parte, sí. Pero no es menos cierto que la crítica de Laura Arroyo se enuncia desde un punto “letrado”, tan “élite” como el de la CC. (Por cierto, quien esta nota escribe también se enuncia desde ese campo). ¿Entonces?

Esas más de doscientas organizaciones de la CC son habituales interlocutores de las izquierdas en el Perú, donde destaca la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos que ha acompañado la lucha de tantos peruanxs en tantos años de lucha, desde la época de Pilar Coll.

Segundo, es importante afirmar que esta sí que es una crisis política. Más allá del ejercicio de la violencia, la acción política es la vía de resolución de conflictos. No hay más. Otra cosa es decir que la crisis política tiene niveles distintos, que remiten a la estructura del Estado, a la sociedad, economía oligopólica, etc.; y otra, a la coyuntura, entendida como conjunto de circunstancias y situaciones más o menos articuladas que operan en un momento político.

Ahora bien, “afrontar” una crisis política profunda suele demandar hacerse cargo de ambos niveles, por lo menos enunciar la necesidad de abordarlos.

En el texto de Laura Arroyo se afirma que la CC “desconoce” o echa cuerpo a la dimensión estructural de la crisis política. Válido, aunque lo que se aprecia es un esfuerzo de convergencia inicial, no un punto de llegada. De otro lado, no es menos cierto que el texto de Laura es “opaco” respecto de la coyuntura.

No ninguneemos esta coyuntura, “destrabarla” suele ser condición para apuntalar cambios más profundos. Mínimos institucionales (hoy resquebrajados) son necesarios en un proyecto de transformación radical. En términos de Chantal Mouffe, teórica del populismo latinoamericano: el “poder constituyente” necesita de un “piso” institucional mínimo (ese “poder constituido”) sobre el cual moverse y avanzar; incluso para “forzar” luego ese marco institucional.

Empecemos por reconocer que existe una profunda crisis de legitimidad con más de 50% de la gente que pide “que se vayan todos”. Y afirmar que este gobierno y este Congreso emprenden una ofensiva antiderechos como no se ha visto en décadas.

En definitiva, reconocer la perspectiva de otros sectores de sociedad civil es indispensable. En el “rayar la cancha” se ha llegado a niveles de acoso mediático inaceptables. Saber escuchar es un reto. La “gente” es también “gente” concreta. Democracia es también el léxico que elegimos.

La República

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