Cronograma de retiro AFP, según José Luna

El vuelo fatídico

Una incursión de un camión de bomberos en la pista de aterrizaje desata una tragedia.

Las imágenes del momento en el que un avión de Latam parte rumbo a Juliaca y colisiona con un camión de bomberos que incursiona en la pista de despegue se han convertido en tendencia en las redes sociales y es un tema central de la agenda nacional. Es una tragedia con dos fallecidos y heridos que lamentar, lo que evidencia la precariedad en la que se desarrolla el transporte aéreo de pasajeros en el país, en especial en el primer terminal aéreo.

El accidente que pudo ser una catástrofe de gravísimas consecuencias ha revelado carencias y limitaciones como la falta de obras de infraestructura en las últimas décadas, que amplíen y mejoren los servicios aeroportuarios. Sin más aeropuertos en Lima, se tuvo que derivar vuelos hacia otras ciudades, que no contaban con capacidad instalada para atender requerimientos ni contingencias.

Sin Collique, vendido a privados, ni Las Palmas, que no sirve para naves de gran tamaño, Lima quedaría aislada y sin capacidad de recibir ayuda, en caso de riesgo o emergencia.

Las instalaciones del aeropuerto internacional también resultan limitadas porque no se amplían ni renuevan. El contrato original fue firmado con LAP, pero adendas continuas pedidas por la empresa concesionaria ante un Estado complaciente y retrasos en la expropiación de terrenos aledaños han modificado la propuesta inicial que incluía la nueva pista y un terminal para atender a 37 millones de pasajeros. También, los plazos pasaron de 10 años a 40 (hasta el 2031) sin mayor explicación y bajo un manto de opacidad que obligan a demandar una profunda investigación.

Todo ello, más una sucesión de malas gestiones, poca experiencia profesional y continuas denuncias de corrupción y subalternos manejos en Corpac, la empresa estatal aeroportuaria, así como continuos bandazos e incongruencias en el trazado de políticas públicas que mejoren las terminales de provincias, nos colocan frente a esta situación de falencias, precariedad y caos.

No queda sino lamentar el fallecimiento de los bomberos Nicolás Santa Gadea y Ángel Torres, quienes perdieron la vida en este confuso accidente aún en investigación, y sumarnos al luto que embarga a las familias y al Cuerpo General de Bomberos Voluntarios, cuya sacrificada labor es encomiable e insustituible.

La voluntad política de adoptar las medidas necesarias para que hechos de este tipo no se a repitan y la decisión de llegar al fondo de lo ocurrido son respuestas que esperamos de las autoridades y empresas comprometidas en estos hechos.

La República

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