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Semana de marchas, por Raúl Tola

“Su discurso es abiertamente hostil contra quienes piensan ligeramente distinto, recurriendo permanentemente a términos excluyentes como ‘caviar’ o ‘tibio’...”.

Esta semana estuvo marcada por dos marchas. La primera ocurrió el sábado, se llamó «Reacciona Perú» y fue organizada por sectores de la oposición más radical a Pedro Castillo. Reunidos en la avenida Abancay, sus participantes fueron, según los cálculos más pesimistas, 5,000 y, según los más optimistas, 10,000. Incluso si este último fuera el número es extraordinariamente reducido, tomando en cuenta la altísima desaprobación que Castillo registra en una ciudad como Lima, con más de diez millones de habitantes.

La segunda se produjo el jueves, su nombre fue no menos grandilocuente —«La toma de Lima»—, buscaba contrarrestar a su predecesora, mostrar el apoyo del que Castillo goza y fue, si cabe, más raleada que «Reacciona Perú». Fue incluso más raleada que su predecesora y, si tomamos sus parámetros, congregó entre 3,000 y 7,000 personas.

Es bueno que ambas marchas hayan ocurrido en tan poco tiempo porque, puestas una junto a la otra, demuestran varias cosas. Primero que ni la oposición más radical ni el oficialismo más febril son capaces de convocar fuera de sus núcleos orgánicos. Esto no sorprende, si consideramos que su discurso es abiertamente hostil contra quienes piensan ligeramente distinto, recurriendo permanentemente a términos excluyentes como «caviar» o «tibio», e incurriendo en una gama de insultos que es ocioso reproducir aquí.

Segundo porque cada día resulta más claro que ni sus rostros visibles ni sus agendas representan el sentir de la inmensa mayoría de los peruanos. Aunque hartos, estos no quieren la salida de Pedro Castillo a como dé lugar, ni el cierre del Congreso ni un cambio de Constitución. Quieren vivir en paz, ajenos a las conspiraciones y violencias de los extremos y, para eso, como lo indican con claridad las encuestas, la alternativa es un adelanto de elecciones aprobado por una mayoría simple del Congreso y refrendado por una consulta popular.

Tercero, porque son un reflejo de la situación que vive nuestro país, escenario de una pugna entre dos polos opuestos, que han acumulado un gran poder, con discursos muy difundidos, pero cuya representatividad, como ha quedado demostrado, es escasa o mínima. Sin ese centro menospreciado, huérfano de liderazgos, que durante las últimas décadas ha puesto presidentes y ha quedado convertido en enorme minoría silenciosa, ni los organizadores de «Reacciona Perú» ni los de «La toma de Lima» son nada.

A lo largo de mi vida he participado en varias marchas. Por citar algunas, recuerdo la marcha de protesta por el descabezamiento del Tribunal Constitucional de 1997, la marcha para reclamar el retiro arbitrario de la propiedad de Frecuencia Latina a Baruch Ivcher o, más recientemente, la marcha «Ni una menos» de 2015. Espontáneas, multitudinarias, convocantes, con efectos tangibles. Tan distintas a «Reacciona Perú» o «La toma de Lima».

Raúl Tola

El diario negro

Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.