Los protagonistas de las elecciones en EE. UU.

Los resultados de las elecciones de medio término en EE. UU. limitarán indefectiblemente la gestión de Biden. Si bien no se ha producido una “marea roja”, como anticipaban las encuestas, la Cámara de Representantes pasaría a ser controlada por el Partido Republicano mientras que la composición del Senado se encuentra en el final de un reñido conteo.

Si bien la desaprobación del gobierno de Biden (41%) es alta —debido a la alta inflación, no registrada en 40 años, y el consecuente incremento de las tasas de interés que encarece el costo del dinero, entre otros— la historia muestra que las elecciones de medio término han sido usualmente ganadas por el partido opositor al gobierno.

Lo más importante de estas elecciones radica en el pulseo detrás de bastidores, entre Biden y Trump. Rápido de reflejos, este pronunció ayer un discurso donde dijo que el martes 15 haría un importante anuncio —muchos especulan que anunciará su precandidatura presidencial para 2024— y criticó a los demócratas por el estado en que se encuentra EE. UU. actualmente, que calificó de “comienzo del comunismo”.

El expresidente ha logrado hacer creer al 70% de los miembros del Partido Republicano que las elecciones presidenciales fueron fraudulentas, lo cual le otorga un grado de fragilidad tercermundista a la institucionalidad de su país. En EE. UU., donde adquirir un arma es casi como comprar un par de zapatillas, muchos de sus seguidores están dispuestos a empuñarlas en unas próximas elecciones, si no triunfan.

Pero a Trump le ha surgido un potencial rival: se trata del triunfante gobernador electo de La Florida, Ron DeSantis, quien en las elecciones de 2018 ganó la gobernación por una fracción mínima, con fuerte respaldo de Trump. DeSantis ha desarrollado un juego propio y esta vez le ha ganado a su rival demócrata Charlie Christ con más de un 59% de los votos frente a un 40,2%. El expresidente dice que sería imprudente que postulara en su contra, pues “lo barrería y le ganaría como a todos los demás”. En la primera democracia del mundo… un candidato con juicios en curso por múltiples delitos es parte del juego político.

Para América Latina el gobierno de Biden ha sido un mal menor, contrariamente a lo que ha significado para Europa que le ha seguido su política de seguridad nacional a pie juntillas a un costo enorme para su población. Nuestra región, en cambio, ha podido mantenerse al margen. Durante el gobierno de Trump se impulsó la creación del Grupo de Lima, la Operación Gedeón para derribar al régimen de Maduro, Juan Guaidó fue ovacionado durante el informe del estado de la Unión en el Congreso estadounidense, se le otorgó millones de dólares para nombrar representaciones diplomáticas en 54 naciones del mundo y organismos internacionales como la OEA y el BID. Además, en 2020 impuso a su amigo Mauricio Claver-Carone como presidente del BID; se encargó a Iván Duque y Sebastián Piñera terminar con la Unasur —que ciertamente atravesaba una crisis al no haber nombrado a su secretario general— y reemplazarla por un anodino organismo denominado Prosur, creado en Santiago en 2019, y en ese mismo año la OEA tuvo un rol intrusivo en las elecciones de Bolivia.

Bajo el gobierno de Biden, Claver-Carone ha salido del BID por conductas inapropiadas, el Grupo de Lima es un cadáver, Guaidó es un cuadro en un sótano y, salvo Ecuador donde funcionó la injerencia en el movimiento indígena que apoyó a Guillermo Lasso frente al candidato de Rafael Correa, Andrés Arauz —quien había ganado (32,7% contra 19,7%) en primera vuelta en febrero de 2020—, los candidatos contrarios al alineamiento automático con EE. UU. han ganado las elecciones. Ello abre las posibilidades de algún espacio de cooperación y coordinación en la región en algunos temas clave como seguridad alimentaria y sanitaria y nuevas formas de lucha contra el narcotráfico.