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Bicentenario, ¿sin Tupac Amaru?

“Derrotada la rebelión, vino el intento de silenciarla y una suerte de “extirpación de idolatrías” para anular de la memoria no solo la rebelión sino la cultura andina”.

Se celebra —o debería celebrar— este 4 de noviembre un aniversario más del inicio de la rebelión de Tupac Amaru y Micaela Bastidas en 1780. Y menciono a ambos por el papel medular de Bastidas en esa gesta que removió los Andes como no lo ha hecho en toda la historia ningún otro suceso. Pese a eso, se evoca poco ese hecho histórico a propósito del bicentenario.

Es importante el sólido libro La rebelión de Tupac Amaru del historiador estadounidense Charles Walker, uno de los trabajos más rigurosos y fascinantes producidos sobre esa rebelión cuya relevancia histórica ha sido en parte reducida por algunos a la condición de mero hecho “precursor”. La independencia en 1821 —cierto— la hicieron otros, años después varios extranjeros (San Martín y Bolívar) junto con unos costeños que habían formado parte del régimen colonial. Pero la rebelión de Tupac Amaru remeció algunas décadas antes las bases y estructuras del régimen colonial.

La complejidad del proceso histórico ha hecho que en la narrativa más repetida haya acabado presentando una narración por lo general simplificadora de la historia soslayando el contenido y carácter de la rebelión tupacamarista. El estupendo análisis de Walker, cuya primera edición en castellano fue publicada por el IEP en el 2015, es una contribución clave.

Hay varios hechos muy importantes sobre la rebelión dentro de los que resaltan tres. Cada uno de ellos ameritaría mayor debate en este bicentenario que termina de conmemorarse recién el 2024.

Primero, fue el suceso histórico con mayor violencia en la historia del Perú: más de 100 mil muertos, cuando en Lima había apenas 50 mil habitantes y 30 mil en el Cusco. Proceso iniciado en 1780 que se convirtió en una especie de “guerra total” luego de la ejecución de Tupac Amaru y el traslado del centro desde el Cusco hacia el lago Titicaca y extendiéndose hasta Potosí. Nada de lo ocurrido antes de la gran rebelión 1780-83 o después (guerra del Pacífico o terrorismo senderista y derivaciones) es comparable en cantidad de víctimas. Haría abstracción, por cierto, de lo que significó demográfica, cultural e históricamente la liquidación hispánica del incanato a partir del siglo XVI.

Segundo, no fue una rebelión que buscaba explícitamente la independencia del imperio español; al menos no de manera explícita. Eran asuntos como el impuesto de “alcabala” (lo que sería el IGV de nuestros tiempos) que perjudicaba directa y principalmente a quienes practicaban el comercio, como era el caso de Tupac Amaru. “En nombre del rey” (Carlos III de España) eran dictadas muchas de las proclamas de la rebelión. Sin embargo, más allá de los objetivos declarados, la rebelión remeció el régimen colonial, la forma de gobernar y de hacer las cosas en el mundo andino. Como dice Walker, “cambió el Perú para siempre y tuvo importantes repercusiones en la América hispana”.

Tercero, derrotada la rebelión vino el intento de silenciarla y una suerte de “extirpación de idolatrías” para anular de la memoria no solo la rebelión sino la cultura andina, el recuerdo del incario y hasta el quechua. Esto se logró, como es obvio, solo en parte pues no se pudo erradicar el quechua ni aplastar la cultura andina. Como han resaltado Heraclio Bonilla y Karen Spalding —citados por Walker— la rebelión y la brutal represión que siguió demostró a los criollos y costeños el alto costo de un alzamiento indígena. Años después la rebelión y el movimiento indígena aparecieron desvinculados de la tardía independencia del imperio español en 1821.

Se podría decir que en la historia quedaron Tupac Amaru y su rebelión un tanto arrinconados en la memoria. Ocupando gradualmente un sitial mayor —y una simbología muchas veces simplificada— recién en algunas narraciones históricas del siglo XX. Cuánto de ese río subterráneo que vive en el presente es algo que corresponde analizar con más detenimiento en un contexto de evidente quiebre costa/sierra que tiene larga data y que vive en el curso actual de las cosas.

Tupac Amaru

Tupac Amaru

La República

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