Lula versus Castillo

La elección de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente de Brasil ha traído otra vez al tapete las diferencias que hay entre las distintas izquierdas de América Latina y, en el plano local, entre él y un mandatario (presuntamente) de izquierda como Pedro Castillo: salvo el detalle de proceder, ambos, de las canteras de la pobreza rural, la distancia entre los dos personajes es abismal. Como prueba, tres perlas.

1. El cuco del comunismo, que tanto aterró en segunda vuelta a nuestras clases privilegiadas, ha estado casi ausente en la campaña Lula-Bolsonaro y en Brasil, a contramano de lo que ocurrió en el Perú, ni el dólar se disparó ni los agentes económicos se paralizaron. Muy por el contrario, el mensaje más convincente de Lula fue que devolvería a su país el bienestar con justicia social que se vivió en sus gobiernos anteriores.

2. Lula, en campaña, prometió fortalecer al Estado, pero sin privatizaciones ni injerencia gubernamental en la empresa privada. Castillo, en cambio, es capaz de lanzar afirmaciones como la de hace un par de días, cuando dijo que revisaría todos los contratos de obras de cada ministerio y que sacaría al ejército a ejecutarlas, como si hacer un puente, un colegio o una carretera fuera tan simple como abrir una trocha con lampa y machete.

3. Mientras Castillo jamás se ha preocupado por la violencia contra la mujer o por los derechos de las minorías sexuales, uno de los puntos centrales del programa de Lula es dar un tratamiento especial a los feminicidios y a los crímenes contra los jóvenes negros y la población LGBT. Nuestro “izquierdista” presidente es la negación de las libertades individuales, de los derechos de minorías, del enfoque de género en la educación.

Pero, antes de que los coma la envidia, en lo que sí hay un empate lamentable es en la calidad de los líderes opositores de ambos países, sobre todo ahora que, al parecer, Jair Bolsonaro habría decidido convertirse al fraudismo, como una Keiko Fujimori o un López Aliaga cualquiera