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Por las niñas, por Paula Távara

”En cuanto a la educación, aún hoy la deserción escolar es más alta entre las niñas y el 30% de las mujeres en zonas rurales no acceden a la educación secundaria...”.

Opacado por la enésima crisis política nacional, este 11 de octubre se conmemoró el Día Internacional de la Niña, fecha que busca promover los derechos humanos de las niñas y visibilizar las desigualdades de género y las diversas formas de discriminación y violencia que siguen existiendo.

En nuestro país, el permanente desdén de las autoridades y los actores políticos frente a la necesidad de implementar más políticas y mecanismos de protección para niñas y adolescentes mujeres las coloca en situaciones de particular indefensión.

Así, en tiempos en que la seguridad ciudadana ha ocupado parte importante del debate público, nadie ha hablado de cómo remediar el que, solo durante el primer semestre del 2022, se han registrado más de 5.800 denuncias por violación sexual, de las cuales el 68,3% tenía como víctimas a niñas y adolescentes (MIMP).

Frente a datos de tal gravedad, cabría esperar que la seguridad y protección de las niñas y adolescentes fuese prioritaria. Pero ¿qué efecto tendrá el alquiler de miles de motos ante este flagelo? ¿Cuántos “choros” hay que atrapar para proteger a nuestras niñas de agresores que, en la mayoría de los casos, son parte de su propio núcleo familiar? Sobre medidas como aportar a la construcción de habitaciones separadas para las menores en las viviendas monoambiente, o de mejorar la iluminación de calles y paraderos donde están expuestas a la violencia, no se ha hablado nada.

Al mismo tiempo, en el Parlamento (y de forma transversal a los colores políticos), propuestas para limitar el acceso a educación con enfoque de género y para forzar la continuidad de embarazos, incluyendo los de niñas víctimas de violencia, acentúan su vulnerabilidad y muestran el desdén de ciertos sectores políticos por las niñas ya nacidas.

En cuanto a la educación, aún hoy la deserción escolar es más alta entre las niñas y el 30% de las mujeres en zonas rurales no acceden a la educación secundaria. Algunas de las razones de esto se encuentran en el inicio de la etapa fértil y la menstruación, estigmatizada y carente de educación para gran parte de las niñas y adolescentes del país. Hace unos años se aprobó una ley que garantizaba la provisión de productos de higiene menstrual, entre otros, en las escuelas públicas, pero sobre el avance en su implementación conocemos poco y nada.

Además, contrario a aquellos discursos de superación que tanto gustan, en los que les decimos a las niñas que “pueden ser lo que quieran”, habría que decirles también que, hagan lo que hagan, ganarán entre un 25% y 35% menos que los hombres en posiciones laborales similares (cifras que la pandemia acentuó dramáticamente) y que, sin políticas y medidas claras para recortar la brecha salarial, esta no se superará sino hasta, con suerte, el 2050.

Finalmente ¿qué pasa con las niñas y adolescentes que puedan estar interesadas en ocupar cargos públicos en su adultez? Pues es fundamental que estas niñas tengan acceso a referentes, a ver e identificarse con mujeres que ocupen roles de liderazgo y que les permitan creer que ocupar esos espacios públicos es posible, a pesar del sinfín de barreras existentes.

Pero ¿qué referentes ofrecemos a nuestras niñas si, nuevamente, no tenemos ninguna gobernadora regional electa? ¿Qué les decimos cuando solo 5 de los 19 ministerios tienen como titular a una mujer? ¿Qué promovemos en ellas cuando la discusión sobre las mujeres en política habla de sus físicos, ropa y peinados antes que de potencialidades?

No cabe duda de que el momento de nuestro país es crítico, y que las tareas pendientes, a todo nivel, se acumulan sin claros visos de solución. Pero no podemos permitir que nuestras niñas sigan quedando desprotegidas o perdiendo oportunidades por causa de ello. Por las niñas de hoy, por las mujeres de mañana, necesitamos redoblar esfuerzos por la igualdad, y políticas públicas para ellas.

Paula Távara

Politóloga, máster en políticas públicas y sociales y en liderazgo político. Servidora pública, profesora universitaria y analista política. Comprometida con la participación política de la mujer y la democracia por sobre todas las cosas. Nada nos prepara para entender al Perú, pero seguimos apostando a construirlo.