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Girasoles embarrados, por Raúl Tola

“Esto por no mencionar la moderna obsesión por derribar estatuas de personajes célebres de la historia con antecedentes «sospechosos»...”.

Perpetrado por dos jóvenes de la organización conservacionista Just Stop Oil –opuesta a que el gobierno británico conceda nuevas licencias petroleras y gasíferas–, que fueron grabadas mientras le vertían encima el contenido entero de una lata de sopa de tomate, el atentado contra «Los girasoles», el cuadro de Vincent Van Gogh que se exhibe en la National Gallery de Londres, viene a engrosar una antigua tradición que ha cobrado fuerza en los últimos años.

El arte ha sido siempre uno de los blancos favoritos de toda clase de protestas. Vandalizar estatuas, pinturas y obras arquitectónicas parece ser el mecanismo más elaborado que ciertas inteligencias encuentran para generar escándalo y atraer publicidad para causas de todo pelaje.

Esto por no mencionar la moderna obsesión por derribar estatuas de personajes célebres de la historia con antecedentes «sospechosos», en una suerte de afán purificador del que no se han salvado Cristóbal Colón, Miguel de Cervantes Saavedra o incluso el misionero fray Junípero Serra.

Mientras más famosa la obra, mayor riesgo corre. Lo puede atestiguar la Mona Lisa. Pocas obras han sufrido tantos y tan variados ataques como el cuadro más célebre del mundo. El retrato de la mujer de la sonrisa enigmática pintado por Leonardo da Vinci ha sido robado, bañado en pintura, impactado por una taza y profanado por una piedra que le dejó un daño visible en el codo izquierdo.

El último atentado en su contra ocurrió en mayo de este año, cuando un hombre disfrazado con una peluca, que simuló ir en silla de ruedas para acercársele todo lo que pudo, le lanzó una torta que rebotó contra el cristal blindado que la protege. Mientras los guardias de agentes lo reducían, los chillidos del sujeto retumbaban en los pasillos del Louvre: «¡Hay gente que intenta destruir la Tierra. Pensad en la Tierra! Es por ella que he hecho esto».

Estos ataques siempre existieron, pero en estos tiempos tienen un nuevo enemigo: la tecnología. Que todos portemos una cámara de video en los pequeños teléfonos que llevamos en nuestros bolsillos, podamos grabar hasta la menor insignificancia y publicarla en plataformas digitales con un alcance potencial de millones de personas es demasiada tentación.

El ataque a «Los girasoles» de Van Gogh no es un hecho aislado. En junio, miembros del propio Just Stop Oil se adhirieron con pegamento a las paredes de distintos museos de Londres. Esta obsesión por arremeter contra algunas de las manifestaciones más sublimes del genio humano en nombre de su admirable causa da para pensar.

Como tantos proyectos fundamentalistas de la historia, parecen creer que su fin justifica todos los medios. Pero alcanzar la pureza y el bien transitando un camino de destrucción y vandalismo parece un poco contradictorio, ¿verdad?

Raúl Tola

El diario negro

Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.