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Viene un alcalde laberintoso, por Mirko Lauer

“Rafael López Aliaga está construyendo su propio laberinto. Una parte ya existía, en las rimbombantes promesas imposibles de cumplir. Ahora el laberinto se ha empezado a completar, mediante...”

Rafael López Aliaga está construyendo su propio laberinto. Una parte ya existía, en las rimbombantes promesas imposibles de cumplir. Ahora el laberinto se ha empezado a completar, mediante la actitud pugnaz frente a su vecino Pedro Castillo. La pugnacidad ya existía, pero controlada por motivos electorales.

Un alcalde opositor al Ejecutivo y una pugna de palacio a palacio parecen parte de un escenario natural. Es lo que en apariencia vendía Don Camilo, la obra de Giovannino Guareschi muy popular en los años 50: un alcalde comunista, enfrentado al párroco de una pequeña ciudad italiana. Pero en el fondo en la obra la Iglesia y el Partido resultaban buenos amigos.

Esto para decir que el tono de patrón cuadrando al personal que ha empezado a utilizar López Aliaga le está cortando las patas a su gestión municipal antes de haberla puesto en marcha. Entenderse con el Ejecutivo es indispensable para la municipalidad de Lima, y más aún con un programa tan ambicioso como el que nos han servido.

En una aritmética política básica tomar distancia del impopular Castillo reditúa apoyo ciudadano. Pero aparecer como el peleón del barrio no puede aumentar o conservar la popularidad de nadie. Es cierto que la base electoral de López Aliaga en Lima es contraria a Castillo. Pero ella apenas supera la cuarta parte de los vecinos votantes.

La manera de imponerse a Castillo no es portándose como un misti altanero, sino llevando adelante una gestión más eficaz que la del actual Ejecutivo. En esto los limeños van a seguir al apóstol Tomás: ver para creer. Empezando por las 10,000 motocicletas o los teleféricos surcando los aires limeños de cerro a cerro.

La situación es complicada. De un lado se busca tomar distancia para aumentar las opciones de llegar a la presidencia. Por otro lado, se necesita al Ejecutivo para obtener los recursos que permitirán realizar proyectos. Tampoco bastaría tratar mal a Castillo pero bien a Kurt Burneo. Lo mejor sería pulir los modales.

Castillo ha ofrecido una reunión, que no ha sido aceptada. En esto el aprendiz chotano le está dando una lección de manejo político al impaciente ejecutor limeño. Quizás López Aliaga está buscando el choque como coartada para justificar sus limitaciones municipales, que están a la vuelta de la esquina.

La República

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