Haciendo el avión, por Mirko Lauer

En tiempos que ya parecen remotos Luis Barranzuela, ministro del Interior, tuvo que dimitir por hacer una ilegal fiesta Covid en su casa. Fue un día de doble celebración la canción criolla y Halloween. Intentó zafarse del problema reclutando a una vecina de al lado, quien dijo que la fiesta en verdad había sido en su casa.

La evocación viene a cuento ahora que el flamante ministro de Defensa Daniel Barragán ha hecho un esfuerzo por lavarle la cara a Pedro Castillo en el caso del prófugo en el avión presidencial. Hay una notable similitud en el estilo, con Barragán haciendo el papel de la vecina en este caso, donde según él todo se habría debido a sucesivos errores.

En efecto todo tiene la falta de claridad de una trepada al avión presidencial a los apuretes. Para comenzar Castillo se exime de opinar, cuando a él le tocaría. No se nos dice quién es ese Yoni que ha sido confundido con Lay, aunque por los apellidos suponemos que el sustituido es otro de los abundantes sobrinos presidenciales.

Descubrimos que en un vuelo militar logra pasar inadvertido el nombre de un prominente prófugo en la lista de pasajeros, “por el apuro”. ¿Cuál apuro? Se nos dice además que la confusión de nombres se da en muchos casos, entendemos que porque estamos en Aerolíneas Apuro, de la que Barragán se ha convertido en vocero.

El ministro menciona que los muchos viajeros de ese vuelo pueden dar fe de que el sobrino prófugo no volaba con ellos. Más fácil (aunque no concluyente) sería saber qué dicen personajes de la obra como Yoni Vásquez o esa anónima señorita que cometió el lapsus calami a la hora de anotar los nombres de los pasajeros.

Barragán ha comprendido bien que el tema de la protección de los prófugos presidenciales ya les ha costado el puesto a varias personas, de modo que se ha lanzado de hacha al asunto. Ya lo veremos polemizando con los fiscales si llegan a aparecer incongruencias, algo de ninguna manera descartable.