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Se salvó el chaleco de Castillo, por Augusto Álvarez Rodrich

Expresión política decadente: Congreso no censuró a Huerta.

El Congreso ofreció ayer otra expresión decadente al salvar de la censura a un ministro del Interior como Willy Huerta, que ha dedicado su gestión a encubrir la corrupción del presidente Pedro Castillo mediante la obstaculización de las investigaciones de la fiscalía.

Huerta fue puesto por Castillo en el Ministerio del Interior tras despedir a Mariano González al darse cuenta de su ‘error’ de nombrar a quien no iba a detener la acción policial contra la corrupción, como ubicar y detener a los fugitivos de la justicia vinculados a su entorno familiar y amical, tal como lo han hecho casi todos los titulares del sector en lo que va de este gobierno, organizando, por ejemplo, incendios muy sospechosos en la Dirincri.

El salvado Huerta llegó a Interior para organizar el encubrimiento de Castillo mediante el abuso del poder presidencial y ministerial para sacarle la vuelta a la fiscalía. Por ejemplo, hostilizando el trabajo del coronel Harvey Colchado, pretendiendo destituirlo, y montando una unidad de contrainteligencia para erosionar su capacidad.

Huerta no tiene interés en luchar contra la inseguridad ciudadana, sino en actuar como el ‘chaleco’ de Castillo. Es, por ello, un verdadero peligro para la democracia porque ha demostrado estar dispuesto a todo para servir al interés subalterno de los intereses particulares de las cabezas de este gobierno.

Por ejemplo, con el respaldo de malos policías, tras tanto cambio en la PNP, poder usar los instrumentos del Ministerio del Interior para investigar a delincuentes, pero para dirigirlos contra cualquiera que el gobierno considere obstáculo para su interés, como fiscales o periodistas, entre otros.

Nada de eso le interesa a un amplio sector del Congreso, desde izquierdistas ideologizados que defienden a Castillo –por razones con frecuencia vinculadas a la obtención de prebendas– hasta parlamentarios comprados por el gobierno para alinearse en su defensa, casi con el mismo modus operandi con que el fujimontesinismo adquiría adhesiones en el hemiciclo.

Todo lo cual acumula evidencia de un Congreso decadente que es tan corrupto y mediocre como el gobierno del presidente Castillo, al que protege como una oposición funcional para ser, en realidad, su chaleco institucional.

La República

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