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Derecha limeña

“Un alcalde opositor, como lo será Daniel Urresti o Rafael López Aliaga, puede llevar adelante su gestión, pero con notorias limitaciones”.

La última encuesta IEP vuelve a sugerir que las mejores opciones para llegar a la alcaldía de Lima son para uno de los dos candidatos de derecha franca. Con la distancia frente a los demás competidores es muy poco probable que la tendencia se revierta, por ejemplo con el tercero, George Forsyth, pasando al primer lugar.

Con lo cual hay que ir pensando en lo que puede significar un alcalde de derecha para la capital. Si bien el municipio tiene un ámbito y tareas separados de los poderes del Estado, las relaciones en el terreno político y administrativo son inevitables, y en algunos momentos han definido el día a día político.

Es significativo que ambos punteros hayan buscado la presidencia del país en algún momento. Con lo cual, a diferencia de lo sucedido con Jorge Muñoz, la búsqueda de popularidad va a ser un tema edil, gane el que gane. No descartemos que alguno de ellos incluso llegue a sentirse, y a actuar, como un pequeño presidente.

Sin embargo, está en el interés de un alcalde llevarse bien con el vecino de Palacio. El Ejecutivo tiene mucho que decir sobre la marcha del municipio, sobre todo desde el MEF. Un alcalde opositor, como lo será Daniel Urresti o Rafael López Aliaga, puede llevar adelante su gestión, pero con notorias limitaciones.

En cuanto a la gestión misma, las cosas no se dividen entre izquierda y derecha, sino sobre todo entre alcaldes modernos y alcaldes convencionales. El dúo Alfonso Barrantes-Henry Pease llevó adelante una alcaldía progresista y moderna. El populista Ricardo Belmont en cambio fue de un intenso convencionalismo.

Con Belmont o con López Aliaga por igual podemos esperar muy pocas reformas, que no suelen ser políticamente rentables, y mucho cemento. Cualquier política que se oriente a una mucho mayor popularidad puede despertar el celo del “gobernante del pueblo” instalado en la misma Plaza Mayor. Mejor seguir siendo un malo conocido.

Se sabe que la alcaldía de Lima no es un buen trampolín hacia la presidencia. Pero en las actuales circunstancias un burgomaestre intensamente opositor (más López Aliaga que Urresti) puede darle un fuerte empujón a su ficha para el 2026, o antes. No se conoce casos parecidos, pero siempre hay una primera vez.

La República

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