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Taiwán: ¿Escenario del próximo conflicto?

“Nada más idóneo para la proyección de guardián mundial de la democracia que jugar con los bigotes del tigre en la pugna por la pequeña isla ubicada estratégicamente a 130 kilómetros de la costa china”.

La visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán y la reunión con la presidenta de ese país, Tsai Ing-wen, es una provocación al gobierno chino. De nada sirvieron las conversaciones telefónicas sostenidas entre los presidentes Xi Jinping y Joe Biden en las que el primero le advertía que no jugara con fuego.

El presidente de la primera potencia del mundo ha aludido a la independencia de poderes, para informar que no podía interferir en la visita de miembros del Congreso, a pesar de que el Pentágono consideraba que no era un momento propicio.

Pelosi es la segunda en la sucesión de mando después de Kamala Harris, es una conspicua militante del partido que gobierna y es presidenta de la Cámara de Representantes. Que en la reunión sostenida con Tsai Ing-wen haya dicho que EE. UU. no abandonará a Taiwán ni a su democracia es, sin duda, la voz del gobierno estadounidense, que siempre ha tenido una posición ambigua con respecto a la isla. Reconoce que hay una sola China pero la arma hasta los dientes.

La afirmación de Pelosi propicia la narrativa de que los habitantes de Taiwán tienen derecho a abrazar una nueva identidad y abogar por su independencia. Pero con ese mismo criterio habría que apoyar y armar a los catalanes, a los escoceses, a los francoparlantes de Canadá, entre otros. Un tema de debate sobre la integridad territorial y el derecho a la autodeterminación.

Independientemente de que no es creíble que Biden no pudiera interferir en esta visita, cuidadosamente planeada, la pregunta que surge es por qué se eligió este momento para iniciar un conflicto con China, cuando el planeta está amenazado por la inflación y recesión, como consecuencia de la pandemia y de la guerra entre Rusia y Ucrania.

Es probable que EE. UU. haya percibido que China tiene actualmente la capacidad militar para incorporar a Taiwán como parte de su territorio, que históricamente le perteneció. También, que todavía tiene el poderío militar para enfrentarla.

Salvo en Europa, EE. UU. ha perdido peso político en la arena internacional. Los más recientes fracasos tuvieron lugar en la IX Cumbre de las Américas en Los Ángeles, en la reunión del presidente Biden con países del Medio Oriente en Arabia Saudita y en la XV Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas celebrada en Brasilia en la que Estados Unidos propuso una declaración que Argentina, Brasil y México observaron.

Nada más idóneo para la proyección de guardián mundial de la democracia que jugar con los bigotes del tigre en la pugna por la pequeña isla ubicada estratégicamente a 130 kilómetros de la costa china. Con solo 23 millones de habitantes, en comparación con los 1.400 millones de China, y 266 veces más pequeña, Taiwán es el primer productor mundial de microchips de alta tecnología.

El gobierno chino está muy enojado. Después de la visita de Pelosi, el canciller de ese país, Wang Yi , ha reiterado que el retorno de Taiwán a la patria es una inevitabilidad histórica y que EE. UU., bajo el disfraz de la llamada “democracia”, y las fuerzas secesionistas a favor de la independencia de Taiwán, representadas por Tsai Ing-wen, están violando la soberanía de China. Los que la violen serán penalizados y no terminarán bien, ha señalado.

Mientras tanto, Pelosi minimiza las repercusiones de su irresponsable (o temeraria, inoportuna, estúpida, como la califican los medios estadounidenses) visita. Como si fuera Heidi dice que “no se dijo nada cuando en abril los senadores Lindsey Graham, Bob Menendez, Richard Burr, Ben Sasse, Rob Portman y Ronny Jackson visitaron la isla”.

Mientras tanto, el planeta aguarda la reacción de China y espera que la respuesta sea política y no caiga en la violencia. Por el momento, ha realizado un despliegue militar en torno a la isla y ha restringido el comercio con ella. El panorama se ensombrece, aunque mediáticamente el hecho pronto sea noticia del “periódico de ayer”. Los efectos de la respuesta china se dejarán sentir aunque la respuesta no sea militar, por ahora. Su visita ha encendido una chispa y el fuego aumentará las llamas de la crisis económica.

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La República

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