The Economist sobre el caos de Castillo
Versión condensada de un artículo de su última edición.
El 28 de julio, el presidente del país suele comparecer ante el Congreso y pronunciar un discurso en el que se destacan los logros y se esbozan los planes. Lástima para la persona encargada de preparar el discurso: tiene poco que mostrar después de un año en el cargo.
El caos se ha convertido en norma. Su gestión se caracteriza por una constante rotación: ha nombrado un nuevo ministro cada semana en promedio.
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Castillo figura en cinco investigaciones penales, con antiguos asociados que lo acusan de corrupción y obstrucción de la justicia (todo lo cual él niega). Si bien no es el primer presidente peruano en enfrentar acusaciones de corrupción, los cargos en su contra pintan una imagen de un líder paranoico que ha tratado de repartirse el poder para sí mismo y sus asociados.
El exjefe del Ejército afirma que Castillo trató de forzarlo para que promoviera a leales incondicionales y lo despidió cuando se negó. Muchas de las personas designadas por el Sr. Castillo han tenido conflictos de interés. Su ministro de transporte dirigía un negocio de transporte público sin licencia (hoy está fugado). Varios han sido investigados por violencia doméstica y uno por asesinato.
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Cuando el Sr. Castillo contrata a personas calificadas, no duran mucho. Por su propia admisión, el Sr. Castillo no estaba preparado para los desafíos de ocupar el cargo. Tampoco ha mejorado mucho. Describe problemas sin ofrecer soluciones. Y esos problemas han empeorado.
El BCR recortó recientemente su pronóstico de crecimiento económico para este año a 3,1%, en parte porque las protestas (en las que los ministros a veces parecen cómplices) mantienen cerradas dos grandes minas de cobre.
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No se espera que la inversión privada aumente en absoluto este año, ya que la confianza empresarial se ha debilitado. Según Moody’s, “todas las ramas del gobierno están sucumbiendo a medidas populistas y de corto plazo que son extremadamente irresponsables para el desarrollo”.
Castillo reemplazó a un ministro de finanzas de izquierda por Óscar Graham, quien pasó dos décadas en el BCR. Pero carece de influencia. El breve mandato de Pedro Castillo ya ha dañado la democracia.
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