Senamhi: alerta roja por fuertes vientos y lloviznas

Harina del mismo costal

“El Congreso se ha ganado a pulso la desaprobación de la ciudadanía, incluso mayor a la de Castillo”.

El cierre del primer año del periodo de gobierno que se abrió con la celebración del bicentenario hace gala de las serias limitaciones que arrastramos como país para construir una verdadera república.

Mantenemos brechas sociales y económicas dolorosas, agresivas. Peor aún, las ampliamos. El 2022 Perú vuelve a aparecer en el informe sobre desigualdad global (WIB) como uno de los países más desiguales, donde el 10% rico tiene ingresos más de 20 veces superiores que los del 50% medio y pobre. Un país donde el 60% de la población percibe que las diferencias entre ricos y pobres han aumentado y el 83% cree que el acceso a la justicia no es igual para todos y todas (Oxfam).

La pandemia puso en evidencia estas brechas y también la precariedad de nuestros servicios públicos. Develó el espejismo del milagro económico, que no sirvió ni para garantizar oxígeno a la ciudadanía. Tiene sentido que el 70% de la población crea que el Estado debe implementar políticas firmes para reducir la desigualdad.

Lo que es inconcebible es que, quienes han recibido el voto del pueblo peruano para llevar adelante los cambios por los que el país grita, se burlen de la ciudadanía y lo único que cambien son los rostros y los nombres de quienes ocupan los cargos públicos, pero mantengan al país exactamente igual. Más grave aún, continúen las prácticas de corrupción, prebenda e impunidad. El presidente Pedro Castillo y el partido que lo llevó al poder no son la excepción. El último episodio de la serie de desaciertos del Gobierno solo da cuenta de una realidad: la acelerada precarización del estatus legal del presidente, causada por sus propias decisiones.

Pero lo que coloca a la ciudadanía en un dilema mayor es que la consigna “¡vacancia ya!” pretende negar la precariedad de los futuros reemplazantes. El Congreso se ha ganado a pulso la desaprobación de la ciudadanía, incluso mayor a la de Castillo. Su desempeño, groseramente cargado de intereses subalternos, los lleva a ser vistos por el 80% de la ciudadanía como la institución más corrupta del país.

Lo peor es que no les importa. No quieren ganarse la legitimidad de acción, quieren simplemente asaltar un poder más para desde ahí beneficiarse. Ayer la señora Alva, que encarna perfectamente al Congreso, condecoró a Manuel Merino, burlándose de los millones de peruanos y peruanas que salieron en noviembre del 2020 a rechazar su golpe. Burlándose de los familiares de Inti Sotelo y Bryan Pintado. Ya no es solo el blindaje, es la celebración de la impunidad.

Siguiendo esta línea, Lady Camones, vicepresidenta del Congreso pero que se perfila como el recambio de Alva, ayer también, decidió saltarse una resolución judicial y publicó la ley de contrarreforma universitaria.

No nos equivoquemos, no son ni demócratas, ni éticos. Son harina del mismo costal. De esta crisis no saldremos si solo depende del staff actual de la política peruana.

Marisa Glave

Desde la raíz

Marisa Glave. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.