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Después del show ¿qué?

“Este sector, afectado dramáticamente por el derrame, necesita nuevas oportunidades laborales. El 90% de los encuestados está dispuesto o muy dispuesto en participar en cualquier otra actividad económica”.

Hoy se cumplen 6 meses desde el ecocidio de Repsol que, ligado a graves impactos ambientales, deja un conjunto de secuelas sociales que ni las autoridades ni la empresa quieren atender. Después del show de canastas, bonos de emergencia y declaraciones altisonantes, los pescadores vuelven a estar solos, como perdidos en altamar en una noche sin estrellas, esperando la señal de un faro que los ayude a encontrar el camino de vuelta a casa.

El 15 de enero la empresa Repsol lanzó un comunicado señalando que por oleajes imprevistos se habían derramado 16 barriles de petróleo en el mar. Las investigaciones posteriores demostraron que la magnitud del derrame fue exponencialmente mayor, llegando a 11.900 barriles en nuestra costa, es decir más de 1 millón 800 mil litros de crudo vertidos al mar.

La mancha negra se expandió desde Ventanilla hasta Chancay, contaminando 46 playas en su recorrido, afectando casi 2 millones de metros cuadrados de suelo y a dos áreas naturales protegidas. El impacto ambiental aún no se termina de calcular, no solo por el número de aves costeras muertas sino por el impacto en la fauna marina. Efecto agravado por el improvisado e irresponsable manejo de la limpieza de la costa y el mar por parte de la empresa.

Según la Defensoría del Pueblo, por efecto del derrame, cerca de 15.000 personas quedaron afectadas económicamente, muchas perdiendo abruptamente su fuente principal de ingresos. El impacto mayor fue en pescadores y comerciantes de la zona. SOA Perú y ConCiencia Marina, junto con un grupo de ONG ambientalistas, acaban de realizar una encuesta entre las personas afectadas. Sus hallazgos son alarmantes y no pueden ser ignorados.

El 88% de los encuestados señala que sus ingresos han disminuido drásticamente y 22% que se quedó sin ningún tipo de ingresos. Esta situación explica en parte que 56% responda que no logra cubrir los gastos de necesidades básicas y que el 57% ha reducido considerablemente su consumo de comida. La poca diligencia de la empresa y la incapacidad de reacción del Estado les ha generado muchas dudas sobre su futuro, sobre la posibilidad de recuperar plenamente su actividad económica. Casi el 60% no cree que su trabajo se logre recuperar.

Los testimonios recogidos por SOA Perú y ConCiencia Marina dan cuenta de algunos pescadores que tienen que navegar muy lejos de su zona para poder pescar, esfuerzo que no resulta rentable y a lo más permite garantizar el alimento al día. Dos son sus principales preocupaciones: cómo generar nuevos ingresos y qué pasará con la contaminación del océano.

Este sector, afectado dramáticamente por el derrame, necesita nuevas oportunidades laborales. El 90% de los encuestados está dispuesto o muy dispuesto en participar en cualquier otra actividad económica. ¿Hará algo el Estado por ellos? ¿Lo hará la empresa?

No seamos indiferentes, exijamos acciones de compensación reales más allá del show.

Marisa Glave

Desde la raíz

Marisa Glave. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.