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¿El socialdemócrata Gustavo Petro?

Petro, “socialdemócrata, empeñado en construir un amplio Acuerdo Nacional, que no es empresa de poca monta en Colombia: implementar un acuerdo de paz”.

Por lo hecho, Gabriel Boric, Gustavo Petro y Lula da Silva tienen más un perfil de políticos socialdemócratas y nada (o casi nada) en común con los caudillos de Nicaragua o Venezuela, con cuyas dictaduras mantienen pública distancia. Y muy cómodos con las socialdemocracias europeas.

De ahí que las figuras políticas del “empalme” (proceso de transferencia en Colombia) y las que se barajan en el gabinete del Pacto Histórico solo sorprendan a los despistados. Francia Márquez está cantada para ocupar el cargo de ministra del recientemente creado Ministerio de Igualdad (algo así como el MIMP peruano). Una mujer negra con una larga, intensa trayectoria de lucha por los derechos de “los nadies”.

Pero también se ha anunciado a José Antonio Ocampo en el Ministerio de Hacienda, político por fuera del Pacto Histórico y que ha generado consensos a diestra y siniestra. Ocampo es un economista vinculado a los gobiernos liberales de César Gaviria y de Ernesto Samper en los años noventa. Además, fue codirector del Banco de la República (BCR en Perú) con Juan Manuel Santos, hasta 2019.

El futuro Ministro de Relaciones Exteriores sería Alvaro Leyva, históricamente asociado a la cúpula del Partido Conservador, hasta la presidencia de Uribe, con quien toma públicas distancias. Desde los años ochenta es de los políticos que de forma persistente y a riesgo de sus propias vidas apostaron a abrir vías de diálogo con las guerrillas.

También se vocea a Alejandro Gaviria en el gabinete, quien lidera el equipo de “empalme” del sector educación. Gaviria es un intelectual respetado, exrector de la Universidad de los Andes que, así lo dijo en su momento, entiende que las universidades tienen que asumir un compromiso público y político con el país. En consecuencia, acogió a los estudiantes en el Paro Nacional del 21 de noviembre de 2019, que pernoctaron en el campus. Es un independiente, cercano a los liberales.

En la transferencia de gobierno que va en serio (a diferencia de la mayúscula improvisación en Perú) están involucradas unas 2.500 personas, de dentro y fuera del Pacto Histórico. Esta apertura política no está exenta de tensiones y de riesgos. Ya en el Pacto hay quienes acusan a Petro de “moderado” porque el reto, siendo ancho, también puede terminar ajeno, decantando posiciones.

Ese riesgo es concreto, sí. Pero no es menos cierto que Petro necesita respaldos en la Cámara de Representantes para impulsar las ambiciosas reformas que promueve, la primera, la tributaria: que paguen los que más tienen para financiar una drástica redistribución. Y ahí, nada se moverá sin el eval del Partido Liberal, la primera mayoría con 32 escaños de 165.

Así las cosas, Gustavo Petro tiene más de “renegado Kautsky” (la bestia negra de Lenin) que del propio Lenin. Tendría más de socialdemócrata, empeñado en construir un amplio Acuerdo Nacional, que no es empresa de poca monta en Colombia: implementar un acuerdo de paz, luego de cincuenta años.

La República

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