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Corrupción generalizada

Encuesta del IEP revela percepción de los ciudadanos sobre el Congreso, el Ejecutivo, los municipios, etc.

Casi 9 personas de 10 consideran que la corrupción campea en el Congreso de la República. Cuando le corresponde el turno al Ejecutivo, la tendencia cae levemente: son 8 de cada 10. Se eleva a 8,6 de cada 10 cuando se trata de municipios y gobiernos regionales. El manto de sospecha también alcanza a la empresa privada (81%) y en el caso del entorno más cercano del presidente, se trata de 7,6 de cada 10 quienes lo consideran corrupto.

Son cifras que corresponden a la encuesta nacional urbano-rural del IEP, de junio para La República, en la que también se ha medido la popularidad de las figuras públicas, como el presidente Castillo y la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva. En ambos casos, los resultados son magros. A él lo desaprueba el 71%, a ella el 75%. En un escenario de tan alta polarización y descrédito, hay un factor en común entre ambos: su alta desaprobación.

Cuando se trata de la imagen del Congreso en su conjunto, recibe una desaprobación del 88%, a nivel general. Desagregando, podemos apreciar que el mayor indicador negativo se concentra en el nivel socioeconómico A/B, con 95%. Es consistente este alto nivel de rechazo para todas las instituciones públicas en ese sector socioeconómico. Municipalidades, gobiernos regionales y el gobierno nacional reciben como promedio de 90% a más de desaprobación. Esta, en el caso de la empresa privada, es de 81%.

La aprobación del presidente Castillo bordea el 19% (dos puntos menos que el mes pasado), y hay algunas otras observaciones que pueden desprenderse de la encuesta. Su imagen negativa se acentúa en Lima metropolitana, entre mujeres y sectores socioeconómicos de mayores ingresos y que se definen como de derecha.

En relación con la valoración de algunos aspectos personales y de gobierno del presidente Castillo, algunas cifras muestran su deterioro. El 66% no lo considera honesto, al 73% no le inspira confianza y el 73% considera que no está apto para gobernar. Si se hace la pregunta sobre si se preocupa por los que menos tienen o si representa a alguien como usted, un elocuente 69% considera que no es así.

Una profunda desesperanza y una permanente frustración al momento de elegir autoridades parecen desprenderse de esta encuesta, que va marcando claramente el camino del que se vayan todos.