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I love Twitter

“No solo hay tontos e idiotas tuiteando, también hay malas personas con mucho poder que lo están haciendo. Les guste o no, los periodistas debemos saber qué es lo que pasa en las redes”.

Umberto Eco solía despreciar las redes sociales, especialmente Twitter. En 2013, escribió: “Twitter es como el Bar Sport de cualquier pueblo o suburbio. Habla el tonto del pueblo (...), y, (a veces) el que expone opiniones sensatas. Sin embargo, todo se acaba aquí, las charlas de bar nunca han cambiado la política internacional”. En 2015, en una entrevista con el periódico La Stampa, Eco insistió: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad.

Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas”. Casi una década después, las redes sociales continúan siendo un espacio invadido por legiones de tontos e idiotas, al decir de Umberto Eco. Pero en la última década también se ha convertido en un instrumento de los poderosos.

Y no precisamente para fines democráticos, altruistas o justicieros. No son tontos o idiotas los que gastan miles de dólares en financiar campañas de mentiras o medias verdades o de difamación con distintos fines: políticos, comerciales o criminales. ¡Lo hemos visto en las últimas elecciones!

El profesor de la John Hopkins University, Thomas Rid, lo advirtió en Desinformación y guerra política (Crítica, 2021): “Los perpetradores siembran la duda y niegan las actividades maliciosas en público al tiempo que las incrementan encubiertamente en la sombra”.

Y el analista y académico Moisés Naím, en La revancha de los poderosos (Debate, 2022), describió crudamente el estado de la situación: “El diminuto, empobrecido y atrasado El Salvador, y la enorme y avanzada superpotencia que es Estados Unidos son países diferentes en todo y, sin embargo, Nayib Bukele y Donald Trump se guiaban por unas reglas inquietantemente iguales a la hora de gobernar. (...) Recurren a las herramientas autócratas del populismo, la polarización y la posverdad”.

La posverdad es una estrategia concienzuda que con frecuencia asalta a las redes sociales para cuestionar los hechos y proponer otros alternativos. Por eso, su primer enemigo son los medios de comunicación, porque son los que investigan, contrastan y verifican.

De modo que resulta sorprendente que el nuevo director del diario The New York Times, Joe Kahn, haya declarado: “Queremos que los periodistas sigan su misión periodística al margen de las redes. Esta recomendación es un mensaje para que los periodistas se centren en lo importante”. Trump usó intensamente Twitter, con mayor fuerza durante su campaña del falso fraude en la que invirtió millones de dólares, y este tema fue muy importante. Por lo tanto, no solo hay tontos e idiotas tuiteando, también hay malas personas con mucho poder que lo están haciendo. Les guste o no, los periodistas debemos saber qué es lo que pasa en las redes y en especial en Twitter.

La República

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