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Al fin, un libro esperado y necesario, por Heraclio Bonilla

“Pero la omisión mayor del libro es prescindir del análisis del pasado prehispánico y de su articulación con los períodos colonial y poscolonial”.

Por Heraclio Bonilla

El Instituto de Estudios Peruanos acaba de publicar La historia económica del Perú desde la conquista española hasta el presente, de Carlos Contreras Carranza. La autoridad para escribir una obra de esta envergadura se basa en sus investigaciones, además de impulsar la traducción y publicación de textos de historia económica en la serie del Banco Central.

Su libro es el resultado de esta trayectoria, además de las clases que imparte en el Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Luego de las publicaciones más que centenarias de César Antonio Ugarte y Emilio Romero, el lector cuenta finalmente con un texto para comprender el recorrido de la economía peruana en este último medio milenio y podrá comprender cómo y por qué llegamos a la actual situación. Un libro casi impecable, salvo una omisión, un error, y dos asuntos controvertibles.

Auguste Dreyfus no fue un consignatario del guano (p. 246) sino un comprador monopolista de dos millones de toneladas de ese abono, como son controvertibles afirmar que “la plata que salió del Perú con dirección a España lo hizo como exportación, y no como una riqueza expropiada” (p. 114), y que la informalidad dificulte los ingresos fiscales (p. 456) ya que existen otras alternativas para resolverlos. Pero la omisión mayor del libro es prescindir del análisis del pasado prehispánico y de su articulación con los períodos colonial y poscolonial. El sistema colonial no se impuso en el vacío, sino que fue modelado por lo que existía antes.

El lector no solo cuenta con una visión completa y compleja de la historia económica del Perú. Al mismo tiempo le permitirá constatar los enormes vacíos que existen en el conocimiento de ese proceso, de sus coyunturas, de sus instituciones, de sus unidades productivas. Para empezar, sobre el centro económico del mundo que fue Potosí en el siglo XVI, solo contamos con el libro de conjunto de Hermes Tovar Pinzón; sobre la demografía las adivinanzas y los esporádicos censos y los recuentos de los padrones de tributarios; nada sobre el funcionamiento de las empresas mineras, agrarias, artesanales, campesinas, salvo informaciones esporádicas.

Tampoco sabemos sobre la evolución de los ingresos personales o familiares en el largo plazo y el peso del tributo indígena sobre el ingreso de la familia campesina, ni contamos con un esbozo de la articulación sectorial interna ni del conjunto con el entorno internacional. Se ignora, igualmente, los costos de la independencia de 1821 y de la guerra del salitre de 1879. ¿Es demasiado soñar que contaremos alguna vez con una teoría del sistema colonial en el Perú colonial? ¿O con una historia de los siglos XIX y XX que vaya más allá de sus sectores externos para resolver los dilemas de Richard Webb? Pese a eso, en ese largo camino al conocimiento el libro de Carlos Contreras es una viga de apoyo que merece nuestra gratitud.

La República

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