¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Lo irrepresentable

“Estos espectros políticos pretenden la misión imposible e inmoral de vacarlo, pero quedándose ellos. La presidenta del Congreso lo ha dicho en un audio tan vergonzoso como el de los cien grandes de Villaverde a Silva”.

Se ha hablado mucho, en esta crisis interminable de la situación política peruana, de la ausencia de representación. Esta carencia está vinculada a la ausencia de partidos propiamente dichos o de líderes con arrastre de masas. El nuevo fracaso de la marcha del sábado es una muestra de ambas falencias. El solo hecho de que un personaje tan desprestigiado como Manuel Merino salga a promover la defensa de la democracia, exime de mayor explicación. Más bien hace dudar de las intenciones de los promotores. Pese a que las encuestas lo dicen a las claras, personajes que continúan aferrándose a la cantaleta del fraude saltan al estrado, ignorando que son tan o más repudiados que Castillo y su banda.

En la teoría psicoanalítica se denomina como lo irrepresentable a aquello que, por haber sido reprimido, no puede ser expresado mediante palabras o ideas. Los síntomas y las enfermedades psicosomáticas constituyen un buen ejemplo. Ese colon irritable, ese dolor persistente en el cuello, ese dolor de cabeza, ese eczema o esa aceleración del ritmo cardíaco, pueden ser manifestaciones de lo que la mente no consigue representar. Por supuesto, es preferible descartar con el médico si hay algún problema de otra índole. Pero las emergencias de los hospitales o clínicas reciben a diario a personas con ataques de pánico, a punto de “morir”. Descartadas las afecciones orgánicas, les recomiendan disminuir el estrés –una petición de principio– o tratarse con un psicoterapeuta o psiquiatra.

Algo de esto está sucediendo con la sociedad peruana. No está logrando sentirse representada por quienes deberían hacerlo. Sí hubo un fraude enorme con Castillo, pero no fue electoral. Me quedé corto cuando mencioné el síndrome del impostor en una nota de hace algunos meses: es un impostor. Ese es el auténtico fraude. El del hombre del pueblo que entiende a la gente y será capaz de darle lo que requieren. Ahora sabemos con certeza que era solo una pantomima para asaltar al Estado. La gran sorpresa es que su inepcia es solo superada por quienes deberían ser los llamados a terminar con esta pesadilla. Estos espectros políticos pretenden la misión imposible e inmoral de vacarlo, pero quedándose ellos. La presidenta del Congreso lo ha dicho en un audio tan vergonzoso como el de los cien grandes de Villaverde a Silva. Esto es lo que necesitamos poder representar para luego pasar al único acto político que nos queda como colectividad: botarlos a todos.

La República

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