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Todo está a la vista

“Al que todavía nada le logra sacar la venda de los ojos es a Castillo mismo, al parecer convencido de que está haciendo un buen trabajo con sus políticas públicas cada vez más fallidas, y ahora con sus periplos por lo que él ve como una campiña política…”.

”El pueblo se sacó la venda de los ojos”. Pedro Castillo llegará a lamentar la frase que algún asesor de turno le deslizó en el discurso de Oxapampa. La frase es cierta, pero lo que el pueblo está viendo sin venda es la torpeza del propio Castillo y el macerado de medianías con el que cree estar gobernando el país, e incluso estar haciéndolo bien.

Los efectos de la venda retirada pueden advertirse en las opiniones recogidas desde las encuestas, donde Castillo suele hacer un penoso papel. También en la frialdad, y hasta en la agresividad, con que las localidades del país tienden a recibir a este presidente y a su comparsa de funcionarios itinerantes (¿cuándo trabajan?).

Castillo usa la frase para decir además que él mismo no es el problema. Pero es eso precisamente lo que está viendo un país sin vendas en los ojos. Si Castillo pudiera verse a sí mismo como lo vemos los demás, andaría intensamente sonrojado por todas partes, y no orgulloso de sus inconductas y despropósitos, como sucede ahora.

Un buen ejemplo de desvendaje es el que se viene dando en Las Bambas, un conflicto que se ha vuelto interminable. La mina está furiosa por el acoso comunero, los obreros por el riesgo en que están sus empleos, los comerciantes por la caída de la economía en la zona, los comuneros por la falta de resultados y la sensación de estar siendo usados.

La sospecha es que el propio Ejecutivo está promoviendo el conflicto, desde que llegó el primer apayasado representante de Castillo, hasta la hora actual en que la desidia del gobierno frente al problema es notoria. Mientras tanto las pérdidas económicas para todos son enormes, y Castillo insiste en que él no es el problema.

Al que todavía nada le logra sacar la venda de los ojos es a Castillo mismo, al parecer convencido de que está haciendo un buen trabajo con sus políticas públicas cada vez más fallidas, y ahora con sus periplos por lo que él ve como una campiña política, donde ofrece la próxima presidencia a un hijo de la localidad visitada.

Castillo dice que recorre el país para conocer sus problemas. ¿No es un poco tarde para comenzar ese proceso? Menos viajar en patota y más dedicarse al estudio.

La República

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