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Acoso político: edición gordofobia

“La gordofobia discrimina, estigmatiza, reprime y mata. No hay que minimizarla. Por ideas como las que refuerza Patricia Chirinos con sus ataques, hay personas que caen en depresión o deciden quitarse la vida”.

El Congreso peruano es una institución peligrosa, cuestionada e impopular; y Patricia Chirinos, su digna representante. La semana pasada, en pleno debate en el Pleno aludió al físico de la ministra de Trabajo, Bettsy Chávez, con frases violentas cargadas de sexismo. Al nivel de la congresista de Avanza País, por supuesto.

La misma que repetía que ‘’el verdadero empoderamiento de la mujer se da con independencia económica’' y que su lucha es ‘’por todas las mujeres que aún callan’' eligió, precisamente, una de las aristas de la violencia de género para atacar a otra mujer: el acoso político.

De acuerdo a la Ley Modelo Interamericana sobre Violencia Política contra las Mujeres de la OEA, el acoso político supone ‘’cualquier acción, conducta u omisión, realizada de forma directa o a través de terceros que, basada en su género, cause daño o sufrimiento a una o a varias mujeres, y que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de sus derechos políticos’'. De hecho, en el Perú existe una legislación que busca prevenirla: la Ley 31155 que, además, incluye a los medios de comunicación y las redes sociales.

Durante el Pleno, Patricia Chirinos hizo malabares con el lenguaje con un solo objetivo. ¿Argumentar sobre las razones por las que la ministra Chávez estaba siendo interpelada? No. Lo hizo con el único propósito de llamarla gorda. Porque ‘’gorda’', en esta sociedad machista, peso centrista y que odia lo diverso, es lo peor que le pueden decir a una mujer. Más allá de quien la reciba se sienta aludido, ofendido o indiferente, utilizar una palabra que se normalizado como insumo para insultar y denigrar a (casi) todas las mujeres del mundo, es violencia.

La ley peruana dice que los mensajes ‘’que transmitan y/o reproduzcan relaciones de desigualdad y discriminación contra las mujeres con el objetivo de menoscabar su imagen pública y/o limitar sus derechos políticos’' son acoso. Y eso fue lo que cometió Patricia Chirinos. Utilizar las característica físicas de las mujeres, sobre todo cuando estas no se ciñen a la norma hegemónica, es una forma de discriminarlas y de anularlas en todos los aspectos; incluido el político.

Como dice la psicológa y activista Ana Pau Molina ‘’la gordofobia es un sistema de creencias’' que coloca a los cuerpos delgados como superiores frente a los cuerpos gordos sin importar si los primeros son saludables o no. Discrimina, estigmatiza, reprime y mata. No hay que minimizarla. Por ideas como las que refuerza Patricia Chirinos con sus ataques, hay personas que caen en depresión o deciden quitarse la vida.

Este tipo de acoso no es nuevo en el Congreso. Tampoco en la política peruana o en los medios de comunicación (¿Se acuerdan de Juliana Oxenford y Renato Cisneros burlándose de Sigrid Bazán?). Si no es el peso, es tu orientación sexual, expresión de género, tu forma de hablar, de vestir, si llevas keratina en el pelo o con cuantas personas saliste.

¿Es triste que sea una mujer quien cometa el acoso? Sí, pero esto también demuestra que serlo no te hace sorora ni, como mínimo, consciente de las violencias perpetradas contra las políticas. Patricia Chirinos es ejemplo de ello.

Lucia Solis Reymer

Casa de Brujas

Periodista y editora de género en Grupo La República. Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y máster en Estudios de Género por la Universidad Complutense de Madrid.